Vuelve la economía. ¿También el consenso?
El debate de investidura ha tenido, por primera vez en mucho tiempo, a la economía como tema fundamental. Aunque ha hecho falta que se nos eche encima lo que unos llaman recesión y otros preferimos tildar de desaceleración, es sin duda un motivo de esperanza el que la situación de nuestro sistema productivo y su capacidad de competir e innovar vuelvan a tener el protagonismo que requieren en la agenda política.
Superado el ambiente electoral, parece que el nuevo hemiciclo expone una visión más realista de la coyuntura económica. Ha quedado claro, en los discursos de unos y otros, que la situación es compleja, que hay un problema con la inflación, con el incremento del paro y que se necesita una acción urgente. Antes de verano deberían quedar definidas las líneas de la política económica para esta legislatura apuntadas en el debate por Rodríguez Zapatero, porque no hay un minuto que perder.
El presidente del Gobierno no ha hablado ni de recesión ni de crisis directamente. Ha preferido decir que la situación es menos favorable o más adversa, transitoria y causada por las dificultades financieras que atraviesan los mercados internacionales. Sin embargo, ha dejado patente su preocupación al anunciar, para el primer Consejo de Ministros, un paquete de medidas 'antidesaceleración'. Pienso que hacen mucha falta. De su calado y la agilidad con la que se pongan en marcha dependen en buena parte las perspectivas de recuperación que pueda haber en la legislatura, evitar que el problema derive en una crisis estructural y que el Gobierno sea capaz de crear los dos millones de empleos que prometía en la campaña.
En su discurso de investidura, el candidato del PSOE mencionó casi todas las medidas que se deben adoptar en momentos como éste. Anunció que se mantendrá fiel a la estabilidad presupuestaria, pero que al mismo tiempo aumentará la inversión en obra pública y en la construcción de VPO. Se trata de una política acertada, que compensará en parte la crisis inmobiliaria, aunque será complicado llevarla a cabo si la ralentización reduce los ingresos de las administraciones públicas, a menos que se renuncie a otro de los compromisos del Gobierno: el mantenimiento del gasto social.
Habría sido bueno que Rodríguez Zapatero hubiese explicado con más detalle sus propuestas sobre reforma laboral, formación profesional y la otra gran política a través de la cual se puede incentivar el crecimiento económico, la fiscal. Hay que aplaudir su anuncio de supresión del obsoleto Impuesto sobre Patrimonio. Pero lo que realmente necesitan las empresas para ser competitivas - y por tanto de manera especial las familiares, al formar el 80% del tejido productivo nacional- es una reforma del Impuesto sobre Sociedades, para reducir y aproximar el tipo efectivo que soportan a la media de la UE.
Al hablar de productividad, el candidato socialista mencionó dos temas fundamentales: I+D+i y modernización de la Administración. Respecto al primero, la principal apuesta del Gobierno para esta legislatura va a ser la incorporación de más de 16.000 científicos y tecnólogos a las empresas españolas. Todo un reto, que exigirá la adopción de nuevos y mejores incentivos fiscales y una transformación sustancial en la Universidad para que desde ella se haga una firme apuesta por la investigación aplicada.
El peso del sector público en la economía española supera el 38% del PIB. Por tanto, sus niveles de productividad inciden de manera directa en los del conjunto del país. En los últimos veinticinco años, sin embargo, esos niveles han crecido tres veces menos que la productividad de las empresas. Ante esta situación, el compromiso de toda la clase política con la modernización del sector público es una prioridad y habrá que ver en qué se concreta.
Este debate ha despertado mucha expectación en torno a una posible recuperación de un tono más constructivo en las relaciones entre Gobierno y oposición. Vemos que vuelve la economía, pero ¿lo harán también los consensos, tan necesarios para afrontar los retos que España tiene por delante? Desde luego, en el debate las referencias fueron tímidas, pero esperanzadoras, ya que marcan un punto de inflexión respecto a los últimos cuatro años. Esperemos que las principales fuerzas políticas sean capaces de articular los consensos que requieren no solo las medidas para reactivar la economía y hacerla más competitiva sino también para los temas trascendentales del Estado. Cuando se han logrado, España ha avanzado y crecido. Nuestra historia reciente lo demuestra sobradamente.
Fernando Casado. Director general del Instituto de Empresa Familiar