Rajoy desconfía de Zapatero aunque abre la puerta a acuerdos de Estado
Mariano Rajoy recogió el guante que le lanzó Zapatero y se mostró dispuesto a llegar a acuerdos en política terrorista, en la reforma de la justicia, en el nuevo modelo de financiación autonómica y en política exterior. Aun así, el líder del PP anunció el voto contrario de su grupo a la investidura de Zapatero por la desconfianza que les inspira el candidato socialista y por su 'erróneo y excesivamente optimista' análisis de la situación económica.
En un ambiente más sereno del que reinaba en las sesiones parlamentarias de la pasada legislatura, Mariano Rajoy expresó la voluntad de alcanzar pactos de Estado con el futuro Gobierno. Eso sí, como ya sucedió durante la campaña electoral, el líder derrotado del PP y Zapatero se culparon mutuamente de la ausencia de grandes consensos en los últimos cuatro años entre los dos grandes partidos. Rajoy defendió que cualquier pacto de Estado pasa obligatoriamente por el voto favorable del Partido Popular. 'Si después se suman otros partidos, mejor'. Y puso, nuevamente, el ejemplo del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo aprobado en 2000, con el voto favorable de los dos grandes partidos.
Más allá de los reproches, Rajoy reconoció que el 'sonido de las palabras' del candidato socialista le habían gustado y apostó por seguir por la senda del entendimiento. 'Estoy dispuesto a hablar en serio, pero la responsabilidad es suya. Si me llama, yo iré', concluyó Rajoy, dirigiéndose a Zapatero y entre los aplausos de la bancada popular. El candidato socialista aseguró que el diálogo con el líder de la oposición sería fluido y frecuente y avanzó que en las próximas semanas se reunirán para abordar la política terrorista del Gobierno, así como para buscar un acuerdo para modernizar la Justicia y renovar los cargos del Consejo General del Poder Judicial, que debería haberse producido en 2006.
El líder popular utilizó la mitad de su intervención para abordar la situación económica, punto en el que la distancia entre el Grupo Socialista y el Popular es oceánica. Con un discurso casi idéntico al que utilizó en los debates electorales en televisión, Rajoy acusó a Zapatero de realizar un diagnóstico erróneo. 'España es el país de la UE más vulnerable a la crisis', dijo en contraste con el discurso anterior de Zapatero en el que había asegurado que España estaba en una buena situación para abordar la desaceleración.
Rajoy basó su visión negativa de la economía en la alta inflación -del 4,6% en el mes de marzo-, a la desaceleración del PIB, al déficit del sector exterior, al aumento del paro, sobre todo en el sector de la construcción, y a 'las dificultades de financiación de las empresas. Y argumentó que si el diagnóstico es equivocado también lo serán los remedios. Así, Rajoy no confía en que la devolución de los 400 euros, las devoluciones anticipadas del IVA o 'las insuficientes medidas' para el sector de la construcción sirvan para despejar los nubarrones que se ciernen sobre la economía española. Y como sucedió en el debate electoral, Zapatero, para responder a Rajoy, sacó a pasear el superávit fiscal y la creación de 'tres millones de empleos' en cuatro años.
Rajoy avanzó que presentará al congreso las medidas que ya figuraban en su programa electoral para abordar la crisis y citó la reducción del impuesto de sociedades y del IRPF o el aumento de la deducción por vivienda en la declaración de la renta, del 15% al 25%.
'Lo del agua no tiene nombre'
A Rajoy se le vio especialmente a gusto a la hora de discutir sobre la escasez agua. 'Todo este debate parece un sainete. Lo del agua no tiene nombre' dijo en referencia a las 'diversas y sorprendentes' fórmulas que se barajan para evitar restricciones en Barcelona.Zapatero respondió asegurando que con su Gobierno la disponibilidad de agua había aumentando y se comprometió a que en 2010 los problemas relacionados con la falta de agua habrán desaparecido.