Caldos de nuevo cuño con pedigrí de exigencia máxima
Los Álvarez de Toledo desembarcan en el mercado con un crianza selecto.
Imagine un hermoso paisaje, una vasta extensión de campo abierto sin nada, absolutamente nada, que perturbe el placer de contemplarlo. Con esa ambición, con la aspiración de crear 'un vino que diga la verdad y que no intente engañar', es con la que el enólogo francés Dominique Roujou ha supervisado la forja de la primera cosecha de Marqués de Valdueza, un tinto extremeño que recién nacido ha entrado ya por méritos propios en la élite de los grandes vinos. Así lo confirman los 91 puntos (calificación de Excelente) que ha obtenido en la Guía de José Peñín, la Biblia de los vinos, y la medalla de plata lograda en el concurso internacional Bacchus 2008.
Marqués de Valdueza es un crianza madurado durante 12 meses en barricas de roble talado en tres bosques franceses seleccionados específicamente por Roujou. El coupage -la mezcla- es al 50% de las variedades de uva Syrah y Cabernet-Sauvignon, cultivadas en los pagos de la finca Perales, próxima a Mérida, que la familia Álvarez de Toledo posee desde el siglo XVII.
Con la creación de este vino, el marqués de Valdueza y propietario de la finca, Alonso Álvarez de Toledo, se resarce de la tristeza que le supuso ordenar hace tres décadas que se arrancasen unos viñedos que en aquel momento no eran rentables. 'Cuando surgió la posibilidad de poner en riego -el río Guadiana está a dos kilómetros- los terrenos, yo tuve la idea de volver a la viña, que había conocido de toda la vida', explica Álvarez de Toledo.
Eso ocurre a finales de los años noventa, cuando la familia comienza primero con la plantación de 200 hectáreas de olivos, la primera apuesta de la familia. Luego llegaron los viñedos, para los que hubo que comprar derechos en Castilla-La Mancha, Murcia y también acogiéndose a un reparto de la UE.
El marqués encargó a su hijo Fadrique la dirección del proyecto. 'La primera sensación era de miedo. Con el aceite de oliva nos hemos creado un nombre en cuanto a calidad y había que estar a la altura', explica Álvarez de Toledo hijo. Tras unas primeras pruebas, interviene Francisco Hurtado de Amézaga, director técnico de las bodegas Marqués de Riscal, para recomendar al enólogo Dominique Roujou, de la escuela de Jean Claude Berrouet.
La primera incursión de los Álvarez de Toledo en el mundo de los vinos de calidad no estuvo exenta de complicaciones. Un viejo proverbio del mundo vitícola dice que 'para hacer un gran vino, la planta tiene que sufrir'. Es decir, que precisa el agua justa para seguir funcionando. Y el verano de 2006 propició un notable sufrimiento a la vid, quizá más de la cuenta.
'Hizo demasiado calor. El merlot -la tercera clase de uva cultivada en la finca- pasó de un estado maduro a uno demasiado maduro', explica Roujou, que decidió desechar esta variedad para el primer vino. Ese año, la Syrah y el Cavernet-Sauvignon se vendimiaron uno el 8 y otro el 10 de agosto. Para hacerse una idea, en la Rioja, lo habitual es empezar la recolección a finales de septiembre.
Tras una selección milimétrica, racimo a racimo, el fruto son 12.160 botellas de crianza 2006 en las que se ha afinado al máximo cada detalle. Se trata sólo del primer paso. Dominique Roujou ya está afinando el pre-coupage y decidiendo el tiempo de maduración de la añada 2007, en la que esta vez sí habrá merlot. Comienza una historia que promete ser duradera.
Una pica en la historia de España
Las tierras de Mérida donde los Álvarez de Toledo han creado este nuevo vino pertenecen a la familia desde que Fadrique Álvarez de Toledo fuera nombrado marqués de Valdueza por el rey Felipe IV en el año 1624.Las crónicas familiares remontan el origen del linaje al conde de Carrión, Pedro Álvarez, que acompañó al rey Alfonso VI en la reconquista de Toledo en el año 1.085, de la que luego fue nombrado gobernador y representante real. Los Álvarez de Toledo fueron consejeros tanto de los Reyes Católicos, como del emperador Carlos V y de su hijo Felipe II, época en la que Fernando Álvarez de Toledo llegó a ser capitán general del ejército y virrey del reino de Las Dos Sicilias.Esta intensa vida queda reflejada en la etiqueta del vino -diseñada por la firma británica Design Bridge-, donde figura el lema Tu in ea et ego pro ea. ('Tú en ella y yo por ella'). Se refiere a Dios en España y a la entrega de la familia en la lucha por la reconquista de los territorios cristianos de la península ibérica entre los siglos VIII y XV.Tierra de Historia para dar cuerpo a un vino que pretende satisfacer a los paladares más inconformistas. Dominique Roujou ya ha marcado el camino a seguir: 'Con humildad, queremos hacer el mejor vino posible, sabiendo que la competencia no es Extremadura, sino el mundo entero'.