El gusto que no pasa de moda
El Gorro Blanco, tradición puesta al día
La restauración madrileña siempre se ha distinguido por sus buenas casas de comidas, locales sencillos en los que la cocina tradicional, la de siempre, ha triunfado entre un buen número de seguidores por su interesante relación calidad-precio.
Con los años se ha planteado una revisión de ese tipo de establecimientos, o han ido surgiendo algunos nuevos, que responden al nombre de tabernas ilustradas. En ellos se mantiene una idéntica filosofía culinaria, pero otorgan más importancia al vino, a los productos y a su forma de prepararlos, con una cocina más acorde a los gustos de hoy (adecuados puntos de cocción, aligeramiento de grasas, presentaciones más actuales). A este concepto responde El Gorro Blanco (San Bernardo, 97. Madrid. Tel.: 91 447 42 70), un restaurante abierto hace tres años y comandado por Eduardo Martín Maza, profesional de sólida trayectoria en la hostelería.
Tienda gastronómica, bar de tapas en la larga barra que recibe a la entrada, y al fondo, el comedor, decorado con utensilios culinarios, grabados y antiguos libros de cocina que crean un ambiente agradable para degustar platos sencillos y gustosos. Hay chacinas, salazones y ahumados, croquetas, ensaladas, verduras (como unas magníficas alcachofas fritas sin gota de grasa), productos de temporada -ahora llegan los espárragos- distinguidos en la carta, que también aboga por los guisos (callos, manitas rellenas, carrilleras) y los platos de cuchara (alubias, lentejas, cocido). En los pescados destacan los bacalaos (en tempura, dourado, brandada), el atún, los chipirones, y en carnes los cortes de ibérico, las chuletillas o el solomillo de vacuno mayor.
Postres caseros, junto a otros más elaborados (coulant de chocolate, tarta fina de manzana). Las sugerencias diarias permiten comer al mediodía por 25 euros, y a la carta sobre los 35-40 euros (precios, con vinos). Bodega acertada. En definitiva, todo muy razonable.