¡Agua va!, en Zaragoza
Una ráfaga de keynesianismo socialdemócrata parece ser la receta anticíclica prevista para tiempos de turbulencia en AragónLa organización de la Expo de Zaragoza es un ejemplo de buen entendimiento entre las Administraciones, ha sido acometida con competencia, celeridad, garantía y honradez, asegura el autor. Un proyecto de calado que, según destaca, ha eludido los titulares de escándalo
Quedan 72 días para que se inaugure Expo Zaragoza 2008 y la oportunidad de girar una rápida visita, en días pasados, permite admirar el trabajo cumplido. Estamos ante una tarea increíble acometida con dosis de competencia, celeridad, garantía y honradez insólitas. Más todavía cuando se sumaban condiciones tan propensas a los despilfarros interesados de otras veces.
Primero, fue el logro de la designación por el Buró Internacional de Exposiciones frente a otras ciudades candidatas. Luego, el trabajo al unísono de las Administraciones públicas: el Estado, el Gobierno de Aragón y la ciudad sede. Enseguida, el acierto en la designación del comisario, el diplomático Emilio Fernández Castaño, y del presidente de la Expo, el ingeniero de caminos Roque Gistau.
Qué envidia ese buen entendimiento para quienes padecemos en Madrid la bronca permanente entre la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, y el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, una situación que amenaza los grandes proyectos pendientes como el de los Juegos Olímpicos.
Marcelino Iglesias, el presidente de Aragón, en un almuerzo con la Asociación de Periodistas Europeos, señalaba las especificidades de su comunidad autónoma, edificada sobre el viejo Reino de Aragón. Hablaba de sus vecindades con regiones tan poderosas y prósperas como Valencia, Cataluña, País Vasco o Navarra. Subrayaba la lealtad de Aragón, que no busca contraprestaciones subvencionadas, propias de la fidelidad perruna, sino que ofrece eficiencia. Porque la Expo, con el lema del agua, se inscribe en un proyecto de nueva centralidad para Aragón y su capital histórica, que incluye su conversión en el mayor centro logístico de la Unión Europea gracias a las nuevas conexiones del AVE Madrid-Barcelona y de las autovías con Valencia, Bilbao y Pamplona. Además de los proyectos que deben poner a Toulouse y Burdeos a poco más de una hora de Zaragoza.
Cuenta el comisario de la Expo, Fernández Castaño, que se quería garantizar la presencia de 60 países y al final se ha logrado que sean 106. Están 19 de los miembros de la UE aunque falta el Reino Unido, que sin embargo quiere asociarse a los debates y conclusiones de la Tribuna del Agua. Tampoco estará Estados Unidos, ni Israel. Estas dos últimas ausencias se explican porque, de un lado, la legislación vigente en Washington impide que se destine un solo dólar de los presupuestos federales a la participación en las exposiciones internacionales -de modo que en la última Expo, celebrada en 2005 en la ciudad japonesa de Aichí, hubo de ser Toyota quien sufragara los gastos del pabellón norteamericano para que pudiera alzarse- y de otro, los factores de seguridad han sido clave en la decisión final de Israel.
Para el alcalde, Juan Alberto Belloch, una de las diferencias más relevantes de la Expo con otros antecedentes es su incidencia transformadora sobre toda la ciudad de Zaragoza. Aquí no se trata de revitalizar un barrio o una zona -la Cartuja de Sevilla , la Villa Olímpica de Barcelona o el área afectada en 1998 en Lisboa-, será Zaragoza entera, sus comunicaciones aéreas, ferroviarias, por autovías, sus infraestructuras hoteleras, su planes urbanísticos, sus proyectos de nuevas tecnologías, sus atractivos para la inversión, los que darán lugar a un cambio fundamental que duplicará su demografía hasta el millón de habitantes. Una ráfaga de keynesianismo socialdemócrata parece ser la receta anticíclica prevista para tiempos de turbulencia en Aragón.
Piedra angular en todo el proyecto y desarrollo de la Expo es el presidente de la sociedad estatal, Roque Gistau, un aragonés del Pirineo de Huesca, un sabio del agua, que dirigió en Madrid el Canal de Isabel II y pasó después a la cúpula de Aguas de Barcelona, que debemos incorporar a la lista de otros ingenieros de caminos como Urgoiti, Torroja, Guadalorce o Lorenzo Pardo.
Albricias, por una vez un proyecto de este calado no ha generado titulares de escándalo ni corrupción. La noticia, por su rareza, es la no-noticia. El próximo día hablaremos del agua como argumento de la Expo. Prevenidos.
Miguel Ángel Aguilar. Periodista