Un área en creciente revalorización
La alta dirección de las empresas está realmente comenzando a valorar la aportación estratégica al negocio de la función de compras y de la gestión de la cadena de suministro. Esto se produce en un entorno, como el actual, con una creciente presión sobre costes, un alto grado de internacionalización y una mayor complejidad de la operativa de las compras en las empresas. La creación de valor mediante su gestión no siempre es fácil de medir en resultados y la no obtención de resultados en sí mismos pueden dan lugar al desánimo. Esto se produce bien porque el peso relativo en la organización no es el adecuado o bien porque no se afronta el problema desde una perspectiva global o con una metodología bien estructurada, llevando a realizar enfoques parciales y aislados.
En muchas de las empresas que tienen éxito, la posición de la función de compras en el organigrama ha ido adquiriendo una importancia crucial, realizándose su gestión en cuatro niveles: nivel estratégico (cómo se alinea la función con el negocio y evaluando variables como volúmenes de consumo a largo plazo, coste total de adquisición y grado de externalización), organizativo (trabajando para aportar valor a las unidades de negocio y estableciendo claramente su capacidad de decisión), de relación con proveedores (utilizando no sólo el coste cómo elemento de decisión e incluyendo otros, como la innovación y la rentabilidad conjunta) y la eficiencia interna (focalizándose en la automatización y simplificación de procesos de compra).
Por último destacar el peso específico en los resultados de las empresas: las compras representan un porcentaje nada desdeñable de la estructura de costes. Siempre existe posibilidad para generar un mayor ahorro o eficiencia, y además no son transformaciones traumáticas para las organizaciones, puesto que consisten en mejorar los procesos ya desarrollados por el departamento, cambiar las relaciones con los proveedores o sustituir las especificaciones de los productos y servicios que adquiere la empresa sin un deterioro de la calidad. La función de compras no exige grandes esfuerzos de downsizing (actividades encaminadas a la mejora de la eficiencia, productividad y competitividad) o inversiones de alto impacto.