Sube la inflación subyacente
El índice de precios al consumo (IPC) alcanzó en febrero un 4,4%, una cifra que no se conocía desde 1995. La coyuntura internacional es responsable en gran medida, con un petróleo en 105 dólares el barril y los productos alimentarios con fuertes alzas. Sin embargo, un análisis detallado de los datos conocidos ayer del INE arroja un visión algo distinta y más preocupante. La inflación subyacente, que deja fuera a los productos más estacionales -los precios de la energía y de los alimentos no elaborados- subió el pasado mes dos décimas, cuando el índice general lo hizo solamente una.
Una parte del encarecimiento de la cesta española no se debe a causas exógenas, sino a problemas estructurales internos. Es difícil comprender cómo en un mes como febrero se han disparado los precios de los hoteles, los cafés y los restaurantes. David Vegara, el secretario de Estado de Economía en funciones, alegó como razón el alza de las materias primas que emplean. Un argumento cuestionable a la luz de que también se han encarecido para la hostelería de otros países y las subidas son menores. El gran motivo parece ser una cadena de precios poco disciplinada y nada transparente. El resultado es que el diferencial de inflación con la media de la UE es ahora el doble de hace medio año.
José Luis Rodríguez Zapatero anunció durante la campaña una batería de medidas para afrontar una situación económica más débil. Entre ellas, apuntó propiciar un acuerdo del sector de la distribución para el autocontrol de márgenes. Sería una buena noticia, pero tampoco estaría de más el mismo autocontrol el algunos otros, como la restauración o la enseñanza que en un año ha subido sus precios un 3,8%. Lo verdaderamente eficaz será que la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) complete los informes que ha abierto sobre posibles acuerdos de fijación de precios por parte de algunos sectores.