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CincoSentidos

Héroes en el Vietnam de la independencia francesa

Fernando Schwartz habla de amor y guerra en 'El cuenco de laca'

En Vichy, 1940 (Premio Primavera de Novela 2006), Fernando Schwartz descargó toda su ira contra el fascismo y las dictaduras europeas. Es un periodo histórico que, reconoce, le fascina. Los años 30 y 50 del pasado siglo son de absoluta crueldad. 'El hombre llega al poso de maldad sublime'. Hay muchos acontecimientos que lo avalan, uno de ellos, la lucha de Vietnam por su independencia de Francia, que el escritor y diplomático escoge como escenario de su nueva novela, El cuenco de laca (Espasa).

Le atraía la idea de novelar la 'heroicidad' del pueblo vietnamita y la confusión moral que la guerra produjo por tratarse de dos países muy imbricados el uno en el otro, mutuamente influyentes. La metrópoli acababa de liberarse del yugo alemán, pero no entiende que los vietnamitas quieran la independencia. 'Los franceses no acababan de comprender la sublevación. Me parecía muy bonito hablar de una traición aparente, que nunca existió, y concentrar la historia en una heroína que es vietnamita por nacimiento, pero culturalmente francesa', explica Fernando Schwartz.

Hay un pasaje clave en la novela, cuando un oficial francés pregunta a la protagonista por qué vive con franceses y ella contesta que es francesa, a lo que aquel insiste en que por qué entonces no se va a Francia y ella replica que es vietnamita. Para el autor, lo esencial en la novela es esa combinación de sentimientos, pero sin cuestionarse las identidades. La protagonista quiere 'liberar a su pueblo y seguir queriendo a Francia'.

El personaje Vu Thi Liên padece numerosas calamidades. El mismo día de su regreso a Hanoi, después de haber estudiado en La Sorbona, resulta herida por una bomba, posteriormente es detenida y enviada a la siniestra cárcel de Hoa Loa y más tarde es hecha prisionera por un pirata francés. Como telón de fondo, la historia de amor de Liên y un militar francés.

Es una mujer simple, de extraordinaria fortaleza, como su pueblo y como un cuenco de laca, al que alude el título de la novela. Además, el cuenco en Vietnam recoge la cosmología de la filosofía oriental, recuerda el escritor. 'El continente es esencial en su capacidad de resistencia y al mismo tiempo es necesario para recoger el contenido'.

El origen de la novela está en un viaje a Vietnam hace dos años -'me cautivó por completo'- y en un encuentro posterior del escritor con su amiga, la artista franco-vietnamita Yannick Vu, en Mallorca. La conversación les llevó a la fealdad de los mausoleos y Fernando Schwartz comentó que el premio se lo llevaba el de Ho Chi Minh en Hanoi, del que sólo salvaría un pequeño busto en bronce del líder comunista. Yannick le reveló que lo esculpió su padre. Pensó que la historia merecía contarse. Yannick Vu, a quien dedica la novela, le ayudó con su memoria y fotos, aunque el recuerdo familiar finalmente quedó en anécdota en una historia más profunda sobre Vietnam y su independencia.

Si Vichy, 1940 era un juicio continuo sobre el compromiso y la traición, el nazismo y la República de Petain, El cuenco de laca, no. 'Aquí no hay ira, sólo intento de comprensión', asegura. 'Nadie es completamente malo ni totalmente bueno. No hay bondades ni maldades objetivas, hay reacciones personales', dice el autor.

No será su último libro sobre la guerra. Si hay algo incompresible para él es la batalla entre seres humanos hasta la muerte. 'Me desconcierta. Yo no quiero matar a nadie. Soy la figura excelsa de un desertor. Estoy dispuesto a que me maten por mis ideas, pero yo no quiero matar a nadie', confiesa. Le fascinan las guerras, las de conquista, de independencia, de colonización, así como la capacidad de sacrificio de los pueblos. 'Por eso escribo sobre ello'.

Escribir, un placer impagable

¿Qué tiene la carrera diplomática que produce tantos escritores? Lo primero que responde el escritor es: 'Mucho tiempo libre', luego reflexiona: 'El desarraigo produce una visión global de las pasiones humanas que tal vez nos impulsa a escribir'. Ha vivido de un sito a otro, no perteneciendo a ninguno, lo que cree que le ha ayudado mucho en su carrera literaria.Fernando Schwartz ha sido diplomático durante 25 años, ocho como embajador en Kuwait y los Países Bajos. En 1982, fue nombrado portavoz del Gobierno socialista para Asuntos Exteriores. Ha sido director de Comunicación del Grupo Prisa, editorialista de El País y presentador del programa Lo + Plus, con el que ganó un premio Ondas. Ahora se dedica por completo a la literatura en Mallorca, donde vive y navega. Es con lo que más disfruta, admite. 'El placer de escribir un capítulo es impagable'. La casualidad tiene mucho que ver en sus novelas. Un amigo que descubre libros raros le ha comentado una historia interesante. Tal vez la cuente en su próxima novela.

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