La ruleta de la fortuna
Cada vez quedan menos bares como los de antes. Aún se pueden encontrar en zonas de extrarradio que tratan de conservar su sabor propio o en enclaves en el centro de la ciudad que hacen bandera de la resistencia a la modernidad. Una de las tradiciones que caracteriza el bar de toda la vida es la aleatoriedad en los precios. Que un día dos cafés, una cerveza y un pincho de tortilla costasen una cantidad no significaba nada; al día siguiente y en función del estado de ánimo del camarero o la disponibilidad de moneda fraccionaria en la caja el precio sería otro.
La Bolsa parece haber adoptado esta hispánica costumbre: mete en una coctelera una serie de elementos, positivos o negativos, en una determinada proporción, pero el resultado final no tiene capacidad predictiva. Del mismo cóctel de noticias pueden salir comportamientos radicalmente distintos. Así, mes tras mes el índice IFO de confianza empresarial alemana pasa de puntillas por los mercados, y parece que sólo es citado porque a esas horas no pasa nada. Pero ayer sirvió para consolidar las subidas de los mercados, ya iniciadas por el mantenimiento de ratings de las aseguradoras de crédito. Y el tono positivo se mantuvo incluso después de que en Estados Unidos se publicasen unos datos económicos capaces de poner los pelos de punta al analista más frío.
Pero es éste el mercado que manda hoy en día. Por muy irracional que parezca, hay que aceptarlo o dedicarse a otra cosa. Como decía este fin de semana José Luis Cárpatos, en un mercado lateral sólo importa una cosa: cómo se sale de él. Lo que pasa mientras tanto es irrelevante, pero cuando los índices rompen su corsé la situación cambia.
Así, la sesión de ayer puede ser sólo un bandazo más, con poco volumen y una lógica discutible, dentro de este febrero tan extraño, donde ha pasado de todo pero no ha pasado nada. Donde a la propia incertidumbre que emana de los mercados se añade una campaña electoral particularmente cansina que confunde todo. También puede ser la anticipación de una ruptura alcista, aunque se antoja difícil pensar motivos para ello. Incluso podría ser el preludio de un rebote bajista; cualquiera de las opciones es verosímil en igual grado. No está el mercado para hacer apuestas.