No hablaron de divisas
Ya lo adelantaron las autoridades japonesas. Y eran las organizadoras de la reunión del G-7 del fin de semana pasado. Evitar centrar la reunión en las divisas, frente a lo que parece haber sido habitual en los últimos encuentros. Probablemente no centraron la discusión en los mercados de divisas, pero es evidente que finalmente tuvieron que tratar la caída del dólar. ¿Cómo evitarlo dada la importancia que tiene la moneda norteamericana? ¿Y cómo evitar que baje considerando los problemas actuales de su economía? Según alguno de los presentes, problemas exclusivos de esa economía. ¿Seguro?
Es evidente que la crisis residencial que sufre la economía desde hace dos años, el riesgo de que se convierta en una crisis hipotecaria, no es generalizado (aunque puede ser más común de lo que muchos piensan). Pero la crisis en los mercados de crédito, con independencia de que su origen haya sido la propia crisis en las hipotecas subprime norteamericanas, sí es mundial. Sin ninguna duda.
En las últimas semanas vemos cómo el dólar ha recuperado terreno frente a las monedas europeas. En menor medida, también ha subido frente al resto de las monedas mundiales. Algunos ya han utilizado esta apreciación de la moneda norteamericana como el mejor indicador de que se han puesto las soluciones para superar el riesgo de recesión económica. Fuertes recortes de los tipos de interés oficiales, el paquete fiscal desde el Gobierno y tiempo para que las entidades financieras limpien su balance.
¿Qué más se necesita? Claro, también algunas medidas discrecionales por las entidades financieras para delimitar el daño en las familias. Desde congelar los tipos de interés en las hipotecas a tipo variable hasta aplazar los potenciales embargos de las viviendas impagadas, hasta analizar con más tiempo la situación financiera de las familias. Además, se han buscado alternativas a la difícil situación del sector monolines, desde un plan de salvamento que pasa por aumentar el capital de las principales compañías hasta la reciente oferta de Warren Buffett por recomprar parte de su pasivo.
Sí, sólo debería ser cuestión de tiempo que se empiecen a observar los efectos positivos de todas estas medidas. Sin embargo, pese al creciente optimismo de una parte del mercado tenemos la extrema cautela de las propias autoridades de EE UU. Y hasta un cierto alarmismo desde el FMI, que ha pedido acciones coordinadas para enfrentarse a una crisis financiera de consecuencias imprevisibles. ¿Superada ya la crisis? ¡Como si fuera tan fácil! Hace tan sólo dos meses pocos advertían de la debilidad de la economía norteamericana. Ahora hasta la propia Fed advierte del riesgo de recesión económica. Y ya es aceptado de forma casi unánime que nos enfrentamos a una crisis financiera y no a unas simples turbulencias.
Curiosamente, la mayor aversión al riesgo actual podría estar en buena parte detrás de la reciente subida del dólar. Hasta este punto estamos divididos los analistas: frente al optimismo sobre el final de la crisis que reflejaba en el párrafo anterior, lo cierto es que buena parte del mercado prefiere limitar su riesgo en la actualidad. Demasiada incertidumbre. Y demasiada volatilidad. Esto pasaría por reducir la exposición en euros, con un mercado que no ha hecho otra cosa que incrementarla en los dos últimos años. Esta reducción de riesgo también explicaría el peor comportamiento relativo de las Bolsas europeas. Simplemente una corrección temporal al alza del dólar, pero que no supone un cambio en las expectativas de fondo de los inversores: se mantienen los argumentos técnicos, coyunturales y estructurales a favor de un dólar a la baja. ¿También frente al euro? Reconozco que la moneda europea se mantiene sobrevalorada desde un punto de vista fundamental. Pero, ¿no alaban las autoridades europeas la solidez de su economía?, ¿no acentúan su preocupación sobre los riesgos de inflación? Al final, ¿no repite el BCE hasta la saciedad que en estos momentos sólo hay un único escenario de tipos que es su estabilidad? La sobrevaloración del euro puede ser la solución para la segunda cuestión, cuando puede ser un mal menor si consideramos la primera. Solucionar los problemas de la economía norteamericana requiere una moneda depreciada. Y no vemos a las autoridades chinas con intención de acelerar la apreciación del yuan. Al final, el peso de un dólar a la baja deberá seguir siendo soportado a corto plazo por el euro. Su caída actual sería, en este sentido, una buena oportunidad de compra. Una de las pocas que ahora vemos con claridad en un mercado con demasiados claroscuros.
José Luis Martínez Campuzano Estratega de Citi en España