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Tribuna
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La vivienda, un valor seguro

El ritmo de crecimiento en la construcción ha entrado en un periodo de estabilidad tras el fuerte incremento experimentado hasta ahora, subraya el autor, que se suma al Debate Abierto sobre el futuro del sector. En su opinión, es el momento de corregir problemas endémicos y de articular medidas contracíclicas que reactiven el mercado

La década 1995-2005 ha sido para el sector inmobiliario una etapa de crecimiento importantísimo. El aumento de la población y de los hogares, el dinamismo económico y unas condiciones financieras muy favorables explican esta fase expansiva. A finales de 2005 y principios de 2006 se inicia una senda de moderación que a lo largo del año pasado se intensifica debido a la irrupción de circunstancias esperadas, como la subida de tipos y el menor crecimiento de la economía, e inesperadas, como la crisis de liquidez en los mercados financieros. Somos conscientes de que los ritmos de años precedentes eran insostenibles indefinidamente y de que hemos entrado en un camino que nos conducirá a una media anual de 400.000 a 450.000 viviendas iniciadas. Es importante aclarar que no partimos de una producción de 800.000 viviendas, como se ha repetido equivocadamente; la iniciación máxima anual de vivienda en nuestro país se sitúa alrededor de las 675.000.

Llegada esta situación, y por la importancia estratégica del sector, es necesario que el nuevo Gobierno que salga de las urnas el 9 de marzo articule medidas contracíclicas que permitan reactivar el mercado. Entre otras, es necesario actualizar las cantidades por desgravaciones a la compra de vivienda habitual que en el año 1998 se establecieron en un máximo de 9.000 euros -1.500.000 pesetas-. Esta cantidad hay que revisarla, al menos, en función del incremento del IPC. También consideramos necesaria una bajada en las retenciones del IRPF para que los hogares puedan tener más recursos disponibles.

Además es el momento de corregir problemas endémicos del sector: es imprescindible agilizar los plazos de transformación de suelo -en ello hemos empezado a trabajar con la FEMP-, no podemos tardar ocho o diez años en convertir un suelo urbanizable en urbano; hay que flexibilizar los planes de urbanismo para permitir adaptar la densidad de viviendas a la demanda y es necesario desarrollar reglamentariamente la Ley de Suelo para matizar los efectos producidos en la financiación del mismo.

En los últimos meses se ha generado la creencia de que los precios de la vivienda pueden caer. Ante estas afirmaciones es necesario recordar que no bajaron ni siquiera a principios de los años noventa cuando azotaba al país una aguda crisis económica que derivó en una fuerte destrucción de empleo -tasas de paro por encima del 20%-, en unos elevados tipos de interés -superiores a los dos dígitos- y una caída del producto interior bruto. Por otra parte, es conveniente recordar que la estadística oficial, publicada recientemente, refleja una subida anual de precios del 4,8%.

Estos días se está poniendo de manifiesto que los inmuebles, aun en periodos de ajuste, son un activo mucho más sólido y menos volátil que cualquier inversión financiera alternativa.

Los ciudadanos no tienen motivo para no confiar en la vivienda como bien de uso duradero y de inversión. Estoy seguro que quien adquiera hoy un inmueble no se arrepentirá en el futuro, como no lo están aquellos que lo hicieron hace cinco o diez años. Los compradores han de tener la certeza de que la vivienda sigue siendo el medio más seguro para canalizar el ahorro, el que les permitirá afrontar con mayor tranquilidad la edad de jubilación -a través de productos como la hipoteca inversa-, el que les generará plusvalías y el que les aportará más seguridad y solvencia a su economía familiar.

A corto y medio plazo, y con la implantación de medidas sensatas, confiamos que el sector recupere un nivel de actividad razonable, fruto de la recuperación de la compra extranjera de segunda residencia, del dinamismo en la formación de hogares y de la salida al mercado de una demanda que en los últimos meses ha estado contenida.

Guillermo Chicote Estruch. Presidente de APCE (Asociación de Promotores Constructores de España)

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