La CE multa a Eon por violar los precintos de un registro
Por primera vez en la historia de la política comunitaria de Competencia, Bruselas multó ayer a una compañía por violar los precintos colocados durante un registro. La desafortunada ha sido la eléctrica Eon, multada con 38 millones de euros por su infracción. La empresa puede recurrir la sanción ante el Tribunal de la UE.
La ruptura de los precintos se produjo, según la CE, en la noche del 29 al 30 de mayo de 2006, después de que los funcionarios registraran por sorpresa una sede de la empresa para buscar pruebas sobre una presunta violación de las normas de competencia en el sector energético alemán. El material requisado en la primera jornada del registro a lo dejaron bajo precinto en una sala de la compañía para continuar su escrutinio al día después. Cuando volvieron, los funcionarios se encontraron el precinto roto.
'La Comisión', advirtió ayer la comisaria europea de Competencia, Neelie Kroes, 'no puede tolerar que las compañías intenten socavar la lucha contra los carteles y otras prácticas anticompetitivas'. Kroes espera que la multa sirva de señal para otras empresas de que 'no compensa obstruir las investigaciones de la CE'.
La compañía alemana ha peleado durante meses para evitar la sanción, pero no ha convencido a Kroes de su inocencia.
Varias llaves
Eon, según la CE, empezó por negar su responsabilidad. Después aseguró que los funcionarios comunitarios se habían quedado con la única llave de la sala precintada... pero resultó que había 20 copias. Más tarde echó la culpa a una empleada del servicio de limpieza, una excusa que recuerda a la responsabilidad personal que la compañía intentó buscar tras el apagón de noviembre de 2006 que dejó a oscuras a media Europa.
La incredulidad de la Comisión ante estas explicaciones parece haber alentado la imaginación de la eléctrica, que a continuación invocó las vibraciones entre el marco y la puerta como causa del deterioro del precinto. ¿Tampoco? Entonces, dijo Eon, debió ser cosa de la humedad. O de algún producto de limpieza, previsiblemente abrasivo.
Bruselas asegura que ha analizado todas esas versiones con la ayuda de un experto independiente y del fabricante de los precintos. Y ha llegado a la concusión de que 'la única explicación aceptable es que alguien retiró el precinto de la puerta y lo volvió a colocar'.