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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La EPA constata la desaceleración

La desaceleración económica ya se está dejando notar en el empleo, según pone de manifiesto la Encuesta de Población Activa (EPA) dada a conocer por el INE el viernes. El último trimestre del año no fue especialmente favorable en lo que a creación de empleo se refiere, ya que en los últimos tres meses de 2007 se destruyeron 33.700 puestos de trabajo. A ello se sumó que 102.000 personas buscaron empleo sin éxito, lo que arrojó que el número de desempleados creciera en 135.700. Es el segundo trimestre consecutivo en el que crece el paro.

Por contra, el empleo creado en el conjunto del año se cerró con 475.000 trabajos nuevos. Aunque esto suponga 200.000 menos que un año antes, el saldo sigue siendo claramente positivo. Sin embargo, los empleos creados no fueron suficientes para cubrir el fuerte aumento de la población activa, con cerca de 600.000 personas que buscaron empleo durante 2007. Como resultado global, 117.000 pasaron a engrosar las listas del paro y el año se convierte así en el primero desde 2003, y por tanto de esta legislatura, en que crece el desempleo. La tasa de paro ha pasado del 8,3% al 8,6% de la población activa.

Las cifras deben relativizarse, pues la tasa de paro sigue siendo una de las más bajas de la historia reciente y el número de personas que trabajan hoy se acerca a los 20,5 millones. Y la situación debe ser calificada de preocupante, pero nada más. Ni nada menos. Habrá por ello que estar atentos a los próximos meses, aunque no se debe minimizar la tendencia marcada por los dos últimos trimestres y, especialmente, por el abultado número de parados registrado en el cuarto.

Por sectores, entre octubre y diciembre el paro se cebó especialmente en los servicios, donde se destruyeron 50.000 empleos. David Vegara, secretario de Estado de Economía, achacó este hecho principalmente a la reducción de 97.000 empleos en la hostelería. No hay que alarmarse si es una situación coyuntural, en parte derivada del final de la campaña estival. La construcción, que se comportó igualmente de forma negativa, perdió 24.000 empleos, por lo que no cabe achacarle a este sector todo el aumento del desempleo. Por contra, y esa es una buena noticia, en la industria -donde los empleos son de mayor calidad y productividad- se crearon 20.000 empleos.

En el conjunto del año, sin embargo, las cuentas son muy diferentes. En la actividad manufacturera se destruyeron 40.000 puestos de trabajo, mientras que la construcción aportó 70.000 nuevos empleos y los servicios nada menos que 460.000.

Desde el Gobierno se insiste en que, a pesar de que los datos son preocupantes, se trata de una fase transitoria que se reconducirá durante el año. El argumentan es que la pérdida de mano de obra en la construcción residencial será absorbida por otras ramas de la construcción y por la industria y los servicios. Es deseable que no se equivoquen en la previsión y que la economía mantenga su vigor para crear suficiente empleo.

Pero ni el Gobierno ni los agentes sociales pueden cruzarse de brazos, y están obligados a poner todo de su parte para que esa transición se produzca. Uno de sus deberes será formar a todos esos trabajadores con suficiente capacitación para que puedan recolocarse.

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