Una escapada a Dresde, la ciudad reinventada

La urbe alemana se ha convertido en un laboratorio vivo de arquitectura

Reinventar, ésa es la clave, en el sentido etimológico del inventum latino: reencontrar lo perdido, no sólo reparar los daños urgentes. Es lo que están haciendo en Dresde, aprovechando la horrible circunstancia de que las bombas del 13 de febrero de 1945 redujeron a cenizas al 80% de la capital sajona. Durante la era socialista (RDA), se volcaron en crear bloques de viviendas, apenas se restauraron los tesoros antiguos; sólo los menos afectados, como la âpera de Semper, restaurada a principios de los ochenta por Wolfgang Hänsch, el mismo arquitecto que levantó el Palacio de la Cultura, al lado mismo de la arrasada Frauenkirche.

Curiosamente, ese palacio es de lo poco que se va a respetar de la era comunista. Tras la reunificación (1990), se desató una fiebre renovadora; no sólo recuperar las ruinas abandonadas durante decenios, sino (ya puestos) recrear edificios emblemáticos que habían desaparecido mucho antes del bombardeo. Por ejemplo, en la Neumarkt (plaza nueva, donde está la Frauenkirche), se abrió el año pasado el antiguo Hotel de Sajonia (actual Steigenberger), que había cerrado hacía más de un siglo. Un local donde Clara Schumann había estrenado uno de los célebres concierto para piano de su marido. Al lado de éste hotel se proyecta rehacer la antigua Gewandhaus (institución musical similar a la de Leipzig), que no existía ya en el 45.

Pero el edificio emblemático que ha marcado un antes y un después es la Frauenkirche (iglesia de la Virgen), que aparecía como faro de referencia en las vedutte dieciochescas de la ciudad. Durante los años socialistas, era un montón vallado de cascotes, una suerte de memorial de guerra. El año pasado volvió a consagrarse, rehecha al milímetro como por milagro, y es ahora lo más visitado de Dresde.

La plaza que preside, Neumarkt, también resucita del polvo. A base de manzanas que llaman QF (Quartier Frauenkirche). Están acabadas las QF 1 (tiendas y hotel de diseño) y la QF 4 (Hotel de Sajonia), y muy avanzadas las QF 2 y QF 3 (apartamentos); en la QF 5 irá la Gewandhaus y aún hay otras manzanas en curso, entre esta plaza y el vecino Palacio.

æpermil;ste, muy dañado, es otro buen ejemplo de esta manera singular de 'restaurar'. Su interior será una muestra surtida de las diversas etapas del edificio, medieval, renacentista y barroca. La catedral católica, al lado, ha quedado espléndida tras las obras. En la llamada Terraza de Brühl que se asoma al Elba, se trabaja aún en el Albertinum, que reúne una colección de pintura moderna (prevista su apertura para el 2009). La pintura antigua puede verse en la Gemäldegalerie del Zwinger, edificio barroco de Pöpelmann apenas afectado por la guerra. A las restauraciones hay que añadir intervenciones que alteran cualitativamente el edificio; el caso más notorio: la Hauptbanhof o estación central, recreada por Norman Foster con una cubierta de material traslúcido.

Pero hay también edificios totalmente nuevos y rompedores, como los dos cubos ciegos que componen la nueva sinagoga; la Biblioteca de la Universidad, subterránea; los edificios de cristal de la Wiener Platz, incluido un cine inclinado (Ufa-Palast); el Palacio de Congresos y su anexo Hotel Maritim; o la fábrica de cristal, casi profética, de Volkswagen: un futuro de transparencia, confort e inteligencia, todo un ejemplo.

Restaurantes y hoteles para todos los gustos

Cómo ir.Lufthansa (902 220101, www.lufthansa.es) tiene vuelos diarios desde Madrid vía Munich o Francfort, desde 223 euros.Dormir.QF Hotel (Neumarkt 1, [phone], [e-mail], www.qf-hotel.de), hotel de diseño.Tasechenbergpalais Kempinski Dresden (Taschenberg 3, [phone], www.kempinski-dresden.de), lujo en el antiguo palacio de la amante de Augusto el Fuerte; desde 99 euros/persona.ComerAlte Meister (Theaterplatz 1, [phone], www.altemaeister.net) junto a la âpera y Gemäldegalerie. Italienisches Dörfchen (Theaterplatz 3, [phone]), cocina sajona en un edificio que alojó a los artífices de la catedral católica.