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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Gallardón, Pizarro y los daños colaterales

Por muchos análisis sesudos que se hagan, no se podrá calcular hasta el 10 de marzo cuántos votos de centro perderá Mariano Rajoy por excluir a Alberto Ruiz-Gallardón de sus listas. Lo que nunca se sabrá es el impacto electoral que hubiera tenido encarar las elecciones con el aparato del PP madrileño en pie de guerra, de haber tomado la decisión contraria. Lo natural es que Rajoy haya medido bien los daños colaterales de ambos escenarios y se haya decantado por limitarlos al máximo. No es lo mismo correr las ocho semanas que restan hasta las elecciones con el partido descabezado en Madrid, circunscripción en la que hay en juego 35 escaños, que hacerlo con un alcalde en retirada al que la prudencia aconseja no tirar del todo la toalla hasta conocer si Rajoy se jubilará o no en marzo. Es obvio que en la decisión de última hora de convertir a Esperanza Aguirre en ganadora de un pulso que dura años no ha pesado sólo la cohesión interna del partido en Madrid. La presidenta madrileña también contaba con sólidos apoyos que siguen influyendo y mucho en el ánimo de Rajoy. El principal, el de José María Aznar, a quien se le tiene reservado un papel fundamental en la gestión de una hipotética derrota electoral del PP. El secretario general del partido, Ángel Acebes, y su portavoz parlamentario, Eduardo Zaplana, ambos de obediencia aznarista, tampoco han jugado a favor del alcalde. En realidad, casi nadie lo ha hecho en los últimos meses, salvo algunos dirigentes territoriales que siempre han opinado que en unas elecciones es más importante mirar a los votantes, casi diez millones en 2004, que a la militancia, una parroquia de 700.000 fieles que, como ocurre en todos los partidos, suele ser la más recalcitrante. La sombra de Aznar vuelve a ser, pues, alargada y se verá ampliada no sólo con el regreso a las candidaturas electorales de muchos de sus seguidores, sino también en el caso de que Gallardón cumpla su palabra inicial y ceda la Alcaldía a Ana Botella. Lo que nadie se explica dentro del PP, donde se prefiere evitar una lectura sádica de lo acontecido, es la razón por la cual, teniendo claro desde hace tiempo este análisis sobre daños colaterales, Rajoy ha esperado tanto para humillar a Gallardón. El líder del PP no ofreció ayer pistas en Alicante, donde subrayó su independencia y su obediencia a los ciudadanos. No obstante, de sus improvisaciones de última hora da buena cuenta también el fichaje del ex presidente de Endesa Manuel Pizarro, cuyo anuncio tenía previsto hacerlo hoy jueves en paralelo a la marginación de Gallardón de las listas. Ayer a mediodía, Pizarro todavía no se había puesto en contacto con ninguno de los principales integrantes del equipo económico del PP, desconocedores de cuando será su bautizo público en la campaña electoral. Lo más sensato, asegura un miembro de la ejecutiva, es que se produzca a finales de mes en la conferencia económica que se prepara para exponer la oferta electoral.

Aguirre presentó ayer a Pizarro, a puerta cerrada, a la dirección del PP madrileño. Este sábado, el partido exhibirá su programa tecnológico y la semana que viene su reforma del IRPF, probablemente en Barcelona. 'Nosotros seguimos con nuestra agenda como si no hubiera pasado nada', afirma este dirigente popular, que conoció a Pizarro cuando éste trabajaba como asesor del Grupo Popular en 1982, a las órdenes de Rodrigo Rato.

La prudencia aconseja a muchos de los agraviados por las últimas decisiones de Rajoy esperar a que escampe. A fin de cuentas, habrá oportunidad para el desahogo el 10 de marzo cuando se conozcan los resultados electorales. Un triunfo del PP dejaría margen, incluso, para la generosidad. De ahí que el propio Gallardón haya matizado su intención de retirarse de la política y de que aún no se haya oído en alto dentro del PP una sola crítica a Pizarro.

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