España y Francia activan la interconexión eléctrica
La cumbre hispanofrancesa celebrada ayer en París despejó el camino para la interconexión eléctrica entre los dos países por el Pirineo oriental. La infraestructura, que se prevé muy rentable, podría establecer un peaje para compensar a los pueblos de la zona. La cita reflejó la sintonía entre el anfitrión, Nicolás Sarkozy, y José Luis Rodríguez Zapatero.
Esta vez sí' se convirtió ayer en el lema de José Luis Rodríguez Zapatero para anunciar el histórico acuerdo suscrito en París con Nicolás Sarkozy sobre la interconexión eléctrica entre España y Francia. Un proyecto vital para España, que estaba bloqueado desde hacía más de 15 años al norte del Pirineo.
'Si existía una conjuración, era para no hacer nada', recordó vehemente Sarkozy durante la rueda de prensa posterior a la firma del acuerdo. Y con su estilo habitual, entre simplista y pragmático, obvió la resistencia de las poblaciones locales a la construcción de la línea de muy alta tensión: 'España está en el extremo sur de Europa y necesita energía. Si están los Pirineos, pues hay que atravesarlos'.
Red Eléctrica Española y su homóloga francesa, RTE, firmaron ayer mismo en el Elíseo un compromiso para crear una sociedad conjunta encargada de definir el trazado definitivo de la línea entre Baixas (Francia) y Santa Llogaia (España); de ejecutar el proyecto y de financiarlo a partes iguales. Sarkozy y Zapatero dan así seguimiento a una de las recomendaciones presentadas ayer también por el mediador de la UE para impulsar la interconexión, Mario Monti.
'España necesita energía. Si están los Pirineos, pues hay que atravesarlos', zanjó ayer Sarkozy
Pero éste también incluye en el informe que presentó a la cumbre hispanofrancesa una recomendación que puede inquietar a los usuarios y gestores de la nueva infraestructura. El antiguo comisario europeo de Competencia sugiere un peaje 'sobre los intercambios de energía' para compensar a las poblaciones que se consideran más perjudicadas por la construcción de la línea de alta tensión. Y, en particular, a las zonas del trazado que no se beneficiarán directamente de la infraestructura. 'Tal es el caso de la llanura del Rosellón', apunta directamente Mario Monti.
El 'caso Sacyr'
El peaje, que se recaudaría con un sistema similar a la euroviñeta que se aplica en el transporte de mercancías por carretera, parece, según Monti, una de las concesiones inevitables para construir la línea. La otra pasa por el soterramiento de parte del trazado. 'Hasta hace unas semanas esa palabra era tabú', recordó Monti durante un encuentro con la prensa tras la cumbre hispanofrancesa. 'Pero esta mañana el presidente de la república francesa la ha dicho ya claramente'.
El compromiso firmado ayer establece que el proyecto definitivo, que se debe presentar antes del 30 de junio, 'contemple el soterramiento parcial, en unas condiciones económicas y técnicas aceptables'.
Mucho más discretos fueron los contactos sobre la polémica opa de la constructora española Sacyr sobre la francesa Eiffage. 'El Estado francés no rechaza las inversiones españolas', sentenció Sarkozy. Y aunque recordó que se trata de un conflicto entre empresas privadas, se mostró, al igual que Zapatero, dispuesto 'a ayudar para que se llegue a una solución amistosa'. Los mercados reflejaron estos síntomas evidentes de mediación. La acción de Sacyr se revalorizó un 2,26%, mientras que la de la constructora francesa perdió un 2,59%.
Los Gypsy Queens de fondo
Sonrientes, bronceados y encantados de haberse conocido entre sí, el presidente francés y el del Gobierno español cerraron ayer eufóricos su primera cumbre bilateral. 'La relación entre España y Francia va bien. Y la personal, muy bien', resumió Nicolas Sarkozy. Rodríguez Zapatero habló de una cordialidad 'sin precedentes'. Así, se alcanzaron acuerdos sobre educación (se crea un título de bachillerato hispanofrancés); inmigración (dieron por superadas sus diferencias sobre los procesos de regularización) y antiterrorismo (se intensifica la cooperación).La sintonía alcanzó tal punto que Sarkozy, durante el almuerzo en un céntrico restaurante parisino, se saltó el protocolo y sentó en la mesa presidencial a sus otrora colegas de Interior, Alfredo Rubalcaba y José Antonio Alonso. Y sorprendió a sus invitados con un directo de una peculiar banda, Gypsy Queens (Reinas Gitanas), cuatro músicos muy populares en París.