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Tribuna
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Los cinco dedos de la muerte... económica

El autor analiza los cinco peligros para la economía mundial apuntados por el economista estadounidense Carl Weinberg, que parafrasea una expresión clásica del cine negro: subida de los tipos de interés, presión fiscal al alza, apreciación de los tipos de cambio, caída del crecimiento en EE UU y presencia del llamado 'efecto esloveno'

La expresión en inglés The five fingers of death que aquí utilizamos traducida y conectada al mundo de la economía, tiene un claro origen en las películas de cine negro antiguas, habiendo sido utilizada recientemente en la de Quentin Tarantino Kill Bill.

En la reunión semestral del Proyecto LINK de Naciones Unidas celebrada en Pekín del 14 al 17 de mayo pasado, fue empleada por el economista americano Carl Weinberg en su intervención crítica sobre las predicciones económicas mundiales presentadas en la primera sesión de dicha reunión por el equipo central del LINK y por los equipos de predicción del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

Aunque se discutieron los riesgos inherentes a una desaceleración de la economía americana, causada en parte por la explosión de la burbuja inmobiliaria, y a una potencial crisis financiera desencadenada por las hipotecas subprime, lo cual ya se había manifestado en el cuarto trimestre de 2006, no se llegó a dar excesiva importancia a los indicios disponibles y la reunión transcurrió con bastante optimismo en cuanto a las perspectivas económicas mundiales. La estabilidad de la economía mundial parecía estar asegurada y las tasas de crecimiento previsibles para los próximos años permitían seguir apostando por una economía prácticamente sin ciclos en la que llevamos bastantes años instalados.

Carl Weinberg fue uno de los que no estuvo de acuerdo con el consenso de relativa bonanza económica mundial deducido de la reunión. Para el mundo en su conjunto habló de los cinco dedos de la muerte, o peligros, siguientes: subida continuada de los tipos de interés; presión fiscal al alza; apreciación continuada de los tipos de cambio; disminución notable del crecimiento en Estados Unidos, y presencia del llamado efecto esloveno (entendido como mercados pequeños, encefalograma plano en cuanto a crecimiento, no reformas estructurales y débil atractivo para la inversión internacional). Su intervención en la conferencia de mayo pasado cobra importancia ahora y de ahí mi interés en recordarla.

Nos hemos acostumbrado a creer que hoy no pueden existir grandes crisis, particularmente crisis financieras, como las de otras épocas, por la existencia en la actualidad de potentes instituciones reguladoras. Esa es un poco la conclusión alcanzada hoy tras superarse en un primer round el susto de las subprime a través de la liquidez insuflada al sistema económico mundial por los bancos centrales.

Pero dichas instituciones reguladoras pueden fallar, como todo, y de hecho, volviendo a los cinco dedos, y asumiendo que uno de ellos -el del menor crecimiento en Estados Unidos- comienza a apretar ya la garganta de la economía mundial, se podrían hacer algunas consideraciones.

Jean-Claude Trichet, por ejemplo, en relación con el primer dedo de la muerte indicado, debería asustar menos a la ciudadanía con la continuidad prevista en la subida de los tipos de interés ya que el no haberlos subido en la última reunión de revisión de tipos no vale para nada si pende sobre nosotros la amenaza de su incremento futuro.

En cuanto a la presión fiscal, hay en Europa políticas para todos los gustos, y no se puede decir en general que dicha presión sea alta, pero en las circunstancias actuales toca claramente bajarla, como afortunadamente predican algunos partidos políticos españoles.

El tipo de cambio euro-dólar que ha superado ya el nivel del 1,4 es ciertamente un dedo de la muerte activado entre nosotros, por mucho que por su lado positivo nos esté ayudando a pagar la factura del petróleo y a contener los precios internos.

En cuanto al efecto esloveno, dos comentarios finales. Uno, relativo a Nicolas Sarkozy, quien está cogiendo el toro por los cuernos y se atreve a introducir cambios estructurales largo tiempo aplazados en Francia, convirtiéndose con ello en un claro ejemplo a seguir. Otro, relacionado con la UE y con los Gobiernos de algunos de sus países miembros, entre ellos el nuestro, los cuales no prestan demasiada atención a los movimientos regionales en marcha tendentes a romper la beneficiosa unidad del mercado.

Esto último comienza a ser ya una rémora económica para un mercado que debería ser único. No se puede unir y armonizar por arriba como intentan todos los Estados europeos y deshilachar por abajo como claramente están haciendo determinados Gobiernos nacionalistas en España. Muchas Eslovenias en Europa nos llevarían con rapidez y sin remisión a la muerte económica.

Adolfo Castilla Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Antonio de Nebrija

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