Cinco años del Ibex al alza no son demasiados
Desde 1960 la Bolsa española ha vivido cuatro ciclos alcistas con una duración de cinco o más años. El periodo más brillante fue en los años noventa, cuando registró un avance del 277% entre 1995 y 1999.
Uno de los relatos del libro bíblico del Génesis cuenta como uno faraón tiene un sueño en el que ve cómo siete hermosas vacas pacen en la orilla del río Nilo, junto a otras siete reses de aspecto famélico. Fue el hebreo José quién interpretó el sueño como el símbolo de siete años de prosperidad deslumbrante para Egipto, a los que seguirían otros tantos de penuria económica. Según esas cuentas, al Ibex aún le quedan otros dos años de cuerda, en un ciclo en el que ha cumplido cinco ejercicios consecutivos al alza, con una revalorización acumulada del 150%. Pero el hecho es que la pregunta que los inversores vienen haciéndose desde el estallido de la crisis subprime en julio pasado es si no se habrá acabado ya el tiempo de las vacas gordas y llega ya el momento de padecer las flacas.
Los primeros pasos de 2008 no parecen prometedores. La semana se ha saldado con tres jornadas consecutivas a la baja (-3,8%). Por primera vez desde 2002, que fue también el último año en que la Bolsa cerró en números rojos, el Ibex arranca el ejercicio con pérdidas. Eso, por supuesto, no es indicio de absolutamente nada. Pero tras un periodo de bonanza económica, los últimos datos de paro, IPC y confianza de los consumidores están alimentando los escenarios más sombríos.
Por otra parte, no es la primera vez que el mercado afronta una larga fase de años positivos. De hecho, desde 1960 la Bolsa española ha vivido cuatro ciclos de cinco o más años consecutivos de ganancias. La serie más larga que ha registrado el mercado transcurrió entre 1983 y 1989, siete años de ascensos sin descanso, que repercutieron en una revalorización total superior al 250%.
La fase positiva de los ochenta coincidió con una etapa de plena expansión económica y la eclosión del capitalismo popular. El rendimiento medio del mercado durante esos años fue del 34,4%, pero con una evolución muy desigual. El peor ejercicio de todos fue 1989, el último del ciclo, en el que la Bolsa ganó un 8,08%. Las elecciones generales, la inflación y los elevados tipos de interés minaron el ánimo de los inversores. Era un tiempo de cambios. La negociación de viva voz y los agentes de cambio y Bolsa empezaron a extinguirse para dar paso al sistema de interconexión bursátil y a las sociedades y agencias de valores.
En contraste, tres años antes había tenido lugar el mejor ejercicio de la historia bursátil: 1986, en el que la Bolsa logró un imponente rendimiento del 108,2%. El primer año de España en la Comunidad Europea se completó con un optimismo desatado y se trató también de un momento histórico en el parqué porque entonces se decidió que el índice comenzase 1987 donde había terminado 1986 y no volviese a partir de base 100, como se había hecho hasta entonces.
La siguiente gran época del mercado no tardó demasiado en llegar. Entre 1995 y 1999, el Ibex recogió la euforia global que dominaba al mundo financiero y consiguió acumular un avance del 277%, el más importante entre los ciclos bursátiles recientes. Son los famosos años de la burbuja tecnológica, a los que sucedieron no siete de vacas flacas, pero sí un ajuste vertiginoso a lo largo de tres ejercicios (-48,2%). Si bien en puridad, la corrección toco fondo el 9 de octubre de 2002 cuando el Ibex 35 cerró en 5.364,5 puntos. Con todo, al índice le llevaría otros cuatro años más regresar al punto de partida. El 27 de septiembre de 2006, el selectivo concluyó en 12.950 puntos, poniendo fin así a un récord que había prevalecido durante casi siete años, los 12.816,8 puntos de marzo de 2000. A partir de ahí, el Ibex empezó a quemar límites a gran velocidad. Tardó poco más de un mes en romper los 14.000 y algo más de tres meses más para rebasar los 15.000 puntos. Así hasta llegar a los 15.945 puntos del pasado 8 de noviembre.
Luego, la renta variable ha ido perdiendo altura a gran velocidad, hasta quedarse el viernes pasado en 14.602,3 puntos. Queda el consuelo de que las valoraciones de la Bolsa se pueden considerar moderadas en términos históricos. El PER (Price Earnings Ratio), que mide la relación entre el precio de las acciones y los beneficios, tiene un promedio en el Ibex inferior a 12 veces, con lo que sitúa en la parte baja de la senda de los últimos 15 años.
La situación actual es todo lo contrario de lo que ocurría en los efervescentes noventa. Entonces, los más avispados proclamaron el advenimiento de un eterno ciclo virtuoso al calor de la tecnología. Una empresa como Terra, en pérdidas y cuyo negocio era más una promesa que una realidad, era el cuarto valor más importante del Ibex, con una capitalización de 33.600 millones. La brecha entre el PER y el crecimiento real de los beneficios era de más de 22 puntos a favor de los ratios de valoración.
Cuando el humo del incendio tecnológico desatado en Wall Street empezó a otearse, sobrevino la tradicional colisión de bruces con la realidad. No es algo nuevo. El Banco de Basilea, el banco central de los bancos centrales, ya advirtió premonitoriamente en junio pasado que todas las crisis del siglo XX habían cogido a los expertos en plena entronización de una nueva era de abundancia infinita. Sucedió incluso en el tardofranquismo, cuando las reformas acometidas por la dictadura propiciaron una serie de seis años de ganancias en Bolsas (1964-1969), que permitieron duplicar el precio de los activos cotizados en el parqué.
Pese a ello, la convicción de que a largo plazo la inversión en valores bursátiles es la más rentable tiene su fundamento. Desde 1960, la Bolsa ha registrado 14 años de números rojos y 34 ejercicios de ganancias. La economía afronta ahora un entorno de creciente incertidumbre. La línea roja que separa la creación de la destrucción de empleo está en España en un crecimiento del PIB del 2,5%. De momento, las previsiones oficiales aún están por encima de esa cifra. Este mes de enero servirá a los inversores para tomar el pulso a la Bolsa.
El 'efecto enero'
Se trata de uno de los ingredientes más tradicionales del folclore bursátil. El primer mes del año suele ser positivo para la renta variable y así lo certifican los datos del Ibex 35: el índice ha cerrado al alza en 11 de los 15 eneros que jalonan su existencia. El último negativo fue el de 2003, cuando el balance mensual fue de un retroceso del 1,48%. La explicación originaria de este fenómeno era de carácter impositivo. Muchos inversores realizaban ventas en diciembre con el objetivo de pérdidas fiscales. En enero, los ahorradores regresan al mercado a la busca de las gangas creadas en diciembre. Las sucesivas reformas fiscales y la eclosión de planes de pensiones con beneficios impositivos han ido restando relevancia al célebre efecto enero.
Los primeros compases de 2008 pueden actuar de pálpito sobre cómo marchará el ejercicio, pero los expertos auguran un año duro; se impone la capacidad de selección a la hora de obtener buenos rendimientos. La dificultad de acceso al crédito, la escalada del petróleo -muy cerca ya de 100 dólares por barril-, el repunte de la inflación -un 4,3% en el cierre provisional de 2007- y la debilidad del consumo son los principales elementos que invitan a la cautela. Eso sí, las expectativas negativas no son una novedad, hace al menos tres años que se llevan anunciando y la Bolsa siempre ha logrado sorprender en positivo. El año 2008 se presenta como el de la prueba del nueve para la resistencia de las plazas financieras.
El lustro de oro. De Irak a las 'subprime'
2003 Es el año en que se fijaron los precios bursátilesmás bajos en seis años. La guerra de Irak del 20 de marzo al 9 de abril coincidió con el punto de inflexión. Tras la caída del régimen de Sadam Husein, la economía regresó a primer plano. La pujanza de EE UU y la recuperación de Alemania y Francia reavivaron las Bolsas. El Ibex saldó el ejercicio en 7.737,2 puntos, una subida del 28,16%.2004 Madrid sufre el 11 de marzo, en vísperas de las elecciones generales, el atentado más grave de su historia: 191 muertos y 1.700 heridos. Tres días después, el PSOE vence en los comicios. La Bolsa demuestra su fortaleza con una rápida recuperación tras la masacre del 11-M. El Ibex termina el año con una ganancia del 17,36%; sólo seis de los 109 valores del continuo concluyen con pérdidas y tres de cada cuatro gananmás del 10%.2005 Endesa y Gas Natural copan el protagonismo. La gasista lanza una opa sobre la eléctrica que no se resolverá hasta 2007 con la inesperada victoria de Acciona y la italiana Enel. El entorno económico se complica; el petróleo escala hasta máximos históricos, mientras que los tipos de interés no paran de subir. Aúnasí, el Ibex logra concluir con una apreciación del 18,2%.2006 El año de oro. La fiebre de opas y el optimismo desbordante de los inversores desemboca en un ejercicio récord: el volumen del mercado rebasa el PIB nacional un billón de euros, los beneficios corporativos crecen un 32%, los accionistas recibenmás de 23.000 millones en dividendos y el Ibex logra un rendimiento final del 31,8% (14.146,5 puntos).2007 El estallido de la crisis de las hipotecas basura en EE UU hace temblar los cimientos de la economía. La falta de confianza del sistema financiero desata una sequía global de liquidez. A esto se añaden los nuevos récords del petróleo y el bache del negocio inmobiliario. Pese a todo, la Bolsa cierra 2007 con un alza del 7,32%.
Otras etapas de gloria. El ascenso fulgurante de Japan Inc. y Wall Street
Una subida del 700% en 12 años. El grado de implicación del Gobierno el tejido empresarial japonés en los dorados ochenta hizo que el país se ganase el mote de Japan Inc. El esplendor económico permitió que el Nikkei alcanzase 12 años ininterrumpidos de subida, de 1978 a 1989. El ajuste posterior ha sido de una magnitud asombrosa. La Bolsa aún cotiza un 60% por debajo de las cotas de 1989.Bajo la égida de la era Clinton. La victoriosa frase 'Es la economía, estúpido' con la que el demócrata Bill Clinton ganó las elecciones de 1992 a George Bush padre, cegado por la política exterior, definió una era de luminosa pujanza económica. El índice Dow Jones, fundado en 1896, estuvo subiendo sin parar de 1991 a 1999 (336,5%). El mejor ejercicio fue 1995, con una mejora del 33,45%.Los dividendos de la guerra fría. El colapso de la URSS, gestado durante los ochenta, fue el colofón de los llamados 'dividendos de la paz', la última fase de la guerra fría, caracterizada por el elevado gasto en armamento de la Administración Reagan. La industria americana tuvo la fuerza suficiente para sortear la crisis del petróleo y el S&P 500 subió un 188,4% en el ciclo de 1982 a 1989.La perla de Extremo Oriente. Antes de que Reino Unido devolviese Hong Kong a China en 1997, la ciudad fue el centro financiero y comercial de Oriente. Durante la década de los ochenta y los noventa experimentó un crecimiento sin par, que tuvo su repercusión en el índice Hang Seng: las alzas de los años 1988 a 1993 supusieron una subida del 416%, con un rendimiento medio anual del 35,8%.Una década dorada en la RFA. El padre de la reunificación de Alemania, el canciller Helmut Khol, se vio favorecido en sus duros comienzos -derrotó a Helmut Schmidt con una moción de confianza- por un periodo de bonanza económica que alumbró una de las mejores fases alcistas de la Bolsa alemana: el mercado subió seis años seguidos (1981-1986), consiguiendo triplicar su valor.