Energía eólica... y además una apuesta industrial
La lucha contra el cambio climático justificaría, por sí sola, la utilización de la energía eólica y de otras fuentes renovables por la ausencia de emisiones y los escasos impactos ambientales respecto a las tecnologías convencionales en la producción de electricidad. Lo mismo podríamos decir de su carácter autóctono y renovable para disminuir la suicida tasa de dependencia energética y la costosísima factura en combustibles fósiles para la economía nacional.
Hoy, sin embargo, podemos considerar tan importante como estos dos contundentes argumentos la baza industrial que supone para nuestro país el sector eólico que hoy está presente en los principales mercados mundiales en una posición incontestable de liderazgo. Es obvio que el hecho de que España figure entre los tres primeros países del mundo en potencia instalada -detrás de Alemania y al mismo nivel que Estados Unidos- pone ya en evidencia la trascendencia de esa apuesta industrial.
Pero es todavía más trascendente el liderazgo mundial de las empresas españolas, tanto promotores como fabricantes, ingenierías, entidades financieras, consultoras y un largo etcétera de empresas vinculadas en el desarrollo de esta tecnología que, a corto plazo, va a duplicar cada tres años su implantación por todo el planeta.
Dos promotores nacionales encabezan el ranking por potencia instalada y sobre todo en planes de desarrollo. Estas y otras empresas españolas están presentes en mercados tan diversos como Estados Unidos y Canadá, China o países de Europa occidental -como Reino Unido, Francia o Italia- y también en la Europa del Este o en América Latina, en Australia o en Nueva Zelanda. El segundo fabricante mundial también es una empresa española que ya exporta el 60% de su producción, y en ese pelotón de cabeza figuran otras firmas de nuestro país. Somos, en definitiva, el país más dinámico en todo el planeta en el desarrollo de esta tecnología renovable.
La energía eólica exportó en 2006 por valor de 2.900 millones de euros, cifra muy superior a la facturación en generación del parque eólico nacional de ese ejercicio, como también es mayor el importe de la inversión anual, que este año rondará los 2.500 millones de euros sólo en nuestro país.
Ningún otro sector tecnológico español ha llegado nunca a ese liderazgo mundial vinculado a una actividad que tiene tantas ventajas y tanta proyección. En efecto, la Unión Europea tiene planteado un objetivo muy definido para el medio plazo: lograr que en 2020 el 20% de la energía primaria sea de origen renovable. Un objetivo al que se suman los de reducir en un 20% las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentar en un 20% la eficiencia energética.
Hoy por hoy, la energía eólica se perfila como el pilar básico para alcanzar el primero de esos objetivos y contribuir significativamente al segundo. El sector eólico ha propuesto ya alcanzar los 40.000 MW de instalaciones en tierra en ese horizonte de 2020, un esfuerzo considerable pese a los 13.400 MW que tendremos al finalizar este año. Pero el resto de países europeos van a tener que hacer un esfuerzo todavía mayor y allí estarán, como en el resto del mundo, las empresas españolas sacando provecho de esa ventaja considerable que llevamos en el saber hacer eólico. Hoy son ya cerca de 40.000 los empleos creados en el sector, pero pueden y van ser muchos más porque el futuro de la energía se escribe en clave renovable.
Juan Carlos Martínez-Amago. Presidente de la Asociación Empresarial Eólica