æscaron;ltima opción para evitar la crisis
Ayer se vivió el enésimo episodio en la crisis financiera desatada por los impagos masivos de hipotecas de baja calidad crediticia en EE UU. Tras varios meses de paños calientes, los principales bancos centrales del mundo han tenido que pactar inéditas acciones coordinadas para tratar de restablecer el sosiego en los mercados financieros. Tras la engañosa calma disfrutada en septiembre y octubre, en las últimas semanas los mercados de dinero habían vuelto a manifestar niveles de estrés alarmantes, y las autoridades monetarias han decidido actuar.
La insensibilidad del mercado a las decisiones de política monetaria debe ser interpretada como una inequívoca señal de que no se ha recuperado la confianza, ese activo intangible básico, imprescindible para que los operadores crucen en el mercado las cantidades de liquidez necesarias para que la situación se pueda considerar normal. El mercado norteamericano de acciones desinfló en sólo unas horas el oxígeno inyectado el martes por la nueva rebaja del precio del dinero de la Reserva Federal (Fed), y en Europa las tensiones afloraban esta semana con repuntes de los tipos de interés hasta cotas desconocidas desde 2000, por la falta de crédito entre los agentes financieros.
Ya en septiembre advertimos que la solución no llegaría a las plazas financieras hasta que cada banco, comercial o de inversión, transparentase su cuenta de resultados y su balance, hasta ofrecer a sus competidores una imagen fiel de sus entrañas financieras. Algunos pasos se han dado. Los bancos de EE UU han aflorado pérdidas millonarias y provisionado cantidades muy importantes de fondos, ante la previsión de que la ingente cartera de derivados anclados en hipotecas subprime tenga que ponerse a valor cero o cercano a cero. Incluso en Europa bancos del abolengo de UBS han tenido que encajar desarreglos en sus cuentas que dejan el ejercicio en pérdidas. También ha habido ejemplos puntuales en bancos alemanes o británicos.
Pero parece que no es suficiente. Estos ejemplos de honestidad han generado más preocupación que calma. En agosto, el BCE optó por inyecciones indiscriminadas de dinero; la Fed, por bajadas de tipos primero e inyecciones de liquidez posteriores, y el Banco de Inglaterra, por la pasividad y que fuese el mercado quien hiciese el trabajo, hasta que tuvo que amparar a un gran banco devorado por la crisis. Los mercados de todo el mundo han terminado reaccionando con desconfianza a esas tres maneras bien diferentes de plantear la solución, y a los bancos centrales no les ha quedado ahora más remedio que unificar criterios y enviar la señal de que harán lo que sea menester contra la crisis.
Ahora los bancos de Europa, EE UU, Reino Unido, Suiza y Canadá coordinarán cuatro docenas de inyecciones de liquidez en sus áreas de influencia, nominadas en dólares, y relajando las exigencias de colaterales, para tratar de recomponer la confianza. Tratan de enderezar del mercado hasta que las cuentas de cierre del año de los bancos arrojen la luz que falta para restablecer el crédito. Pero esta es la última oportunidad que da el mercado. Si en los primeros meses de 2008 las cuentas fuesen más graves de lo esperado, hay pocas posibilidades de evitar una crisis crediticia profunda que contamine a la economía real.