Salvavidas contados
Aunque el frío ha llegado, en el sector financiero hay veces que parece que fuera agosto. Fue entonces cuando la crisis del crédito se desató y se empezaron a secar los mercados y flujo de deuda. Tras una cierta recuperación, los problemas han vuelto y la esperanza en los parqués es que la Fed rebaje otra vez mañana los tipos de interés.
Mientras el equipo de Ben Bernanke se erige como la gran esperanza en esta crisis, la Casa Blanca elevó la semana pasada su perfil en la gestión de esta con el plan, urdido por el secretario del Tesoro, Henry Paulson, con la banca para ayudar a los hipotecados subprime. Se trata de que las entidades abran, voluntariamente, líneas de refinanciación o congelen durante cinco años de las cuotas de las hipotecas variables a niveles asumibles por sus titulares. En 2008, 1,5 millones de estas hipotecas se ajustarán al alza.
Pero el salvavidas no llegará a todos. Unos estarán dentro y otros fuera. Las causas perdidas, los que están ya en un proceso de ahogo avanzado, quedan fuera.
La casuística es larga, pero las líneas generales del plan especifican que se beneficiarán los hipotecados subprime a tipo variable que hayan abierto su crédito en los años críticos, es decir desde el 1 de enero de 2005 a el 31 de julio de 2007. También a aquellos cuyas cuotas se ajusten al alza entre el 1 de enero de 2008 y julio de 2010. El segundo requisito es que su hipoteca se haya titulizado. Si el banco la mantiene en sus libros, el salvavidas no llega.
Como se trata de ayudar a los que no pueden con el ajuste al alza de las cuotas, quedan fuera los que ya han experimentado la subida, los que lleven más de 60 días en mora en el último año y no puedan pagar ni el tipo bajo con el que contrataron el crédito. Tampoco habrá flotador para quienes tengan una buena historia crediticia y, aunque anden haciendo equilibrios (léase sacrificios), sean capaces de ir pagando las cuotas. La historia crediticia se formula a través de difíciles fórmulas matemáticas y su resultado no siempre es acorde con la realidad del individuo.
En principio, la opción preferida por la banca es la refinanciación, imposible sin este acuerdo dadas las actuales condiciones del mercado. Para los hipotecados, lo mejor es la congelación temporal de la cuota.
Para entrar en este programa los afectados deben vivir en las casas compradas con este tipo de hipoteca de alto riesgo, estar pendientes de una subida de más del 10% del pago mensual tras el ajuste de tipos y tener una relativamente mala historia crediticia, además de poco capital amortizado aún y recurrentes problemas para pagar a tiempo. Se calcula que en el próximo año y medio se beneficiarán de esta opción unas 360.000 personas.
Paulson sabe que este plan no es la solución definitiva ni la fórmula mágica que resolverá todos los problemas. También sabe que hay mucha crítica, sobre todo política, por el método de elección, ya que hay apenas una fina línea que separa a los casos más desesperados con la mejor ayuda de los que no reciben nada. 'Hacemos frente a un problema difícil para el que no hay una solución perfecta', dijo.
Entre los demócratas el plan se critica por poco ambicioso; los republicanos no lo critican mucho porque no es una intervención directa y no cuesta dinero al Estado. Pero se oyen voces que avisan de que a no ser que se de dinero a los hipotecados, la congelación y al financiación 'sólo pospone lo inevitable'.