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Debate abierto
Tribuna
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¿Puede bajar el precio de los alimentos?

La subida de los precios de la alimentación ha pillado a contrapié al Gobierno y ha sido el principal responsable del fuerte avance del IPC, que creció un 3,6% en octubre y si se confirma el dato adelantado por el INE, se irá hasta el 4,1% en noviembre.La leche, el pan y la carne son los alimentos que más inflación han generado, con incrementos de precios difíciles de comprender como el de la leche, que ha subido un 24,2% entre enero y octubre, o el del pan, que supera el 13% en lo que va de año. Las malas cosechas de cereales durante la pasada campaña, el incremento de la demanda en grandes países como China o India, la irrupción de los biocarburantes y la eliminación de excedentes están detrás de la falta de cereales en el mundo y de la fuerte subida de precios de las materias primas, en primer lugar, y de los productos para consumidores, en segundo. El repunte de la inflación ha pillado desprevenidos a los dos Ministerios (Economía y Agricultura) más afectados por la subida de precios. Al Ministerio de Economía porque ha tenido que revisar las cuentas para calcular lo que le costará el desvío de la inflación (que podría superar los dos puntos) en materia de pensiones (cerca de 3.360 millones de euros) y en la revisión de salarios con cláusulas de garantía (que afectan a más de cinco millones de trabajadores). Por su parte, la subida de las materias primas ha traído al Ministerio de Agricultura la rebelión de ganaderos y agricultores, que se unieron para la celebración de una manifestación general para el 29 de noviembre que finalmente ha sido desconvocada por las ayudas que se han prometido al ovino y al caprino, los sectores más afectados por la subida de los piensos. Los ganaderos prevén que si los precios siguen al alza y no reciben compensaciones, el 25% de las explotaciones pueden acabar cerrando. Asumidos los primeros costes que va a suponer la subida permanente de precios, al Gobierno le queda la parte más difícil del camino si la inflación, tal y como apuntan los expertos, sigue alta durante al menos los próximos seis meses. ¿Tiene margen para que los precios puedan bajar al nivel del pasado verano?

Parece que no. La única vía que le queda al Ejecutivo para que los precios al consumidor no crezcan de forma desbocada como lo han hecho desde verano es el conjunto de investigaciones que está realizando la Comisión Nacional de la Competencia (CNC), tras la denuncia de varias asociaciones de consumidores. En ellas trata de comprobar si la subida de los precios obedece a un pacto entre la industria alimentaria, algo sobre lo que se manifestó el pasado jueves Ignacio Cruz Roche, director general de Política Comercial del Ministerio de Industria, quién confirmó que los precios de los alimentos están subiendo más en España que en la media de los países de la UE, algo que se esca pa de la lógica, ya que los costes son iguales para todos los países, y que espera que resuelva la CNC. Pero para que el consumidor deje de notar las subidas, lo primero que debe bajar es el precio de las materias primas. Por lo tanto, parece que todo el poder para reequilibrar la oferta y demanda de cereales y provocar una bajada de precios, tan sólo parcial, está en manos de la Unión Europea. La primera decisión adoptada por las autoridades comunitarias fue retirar la prohibición de cultivar sobre el 10% de las tierras de barbecho en Europa. Y ésta parece que puede ser la medida que más cereal aporte a las empobrecidas reservas de la Unión Europea, mermadas por la tozudez de la Política Agraria Común (PAC) en evitar la existencia de excedentes.

José Luis de Miguel, responsable del departamento de Política Agraria de la COAG, apunta que ya se están sembrando esas tierras y que el mayor impacto se puede dar en Alemania y Francia, donde se encuentran la mayoría de las tierras y donde el suelo es más fértil. ¢Con esta medida se pueden conseguir unos cuantos millones de toneladas que sirvan para crear excedentes que puedan ser utilizados en caso de que se produzca otra crisis similar¢, apunta. No obstante, De Miguel deja claro que el precio de las materias primas los seguirá marcando el mercado mundial y que el escenario de precios bajos vividos en 2006 y la primera mitad de 2007 no va a volver, al menos, a medio plazo. ¢La subida del petróleo ha encarecido los costes de producción en todo el mundo y eso hace inviable una coyuntura con precios bajos¢, añade. La segunda medida, aprobada esta semana, es el levantamiento de los aranceles sobre las importaciones de cereales, excepto la avena, para rebajar los costes a los países deficitarios en grano y que éstos se puedan abastecer a través de compras libres de impuestos. El responsable de la COAG precisa que el impacto de esa medida será muy limitado, ¢ya que el coste de la tonelada de cereal oscila entre 230 y 240 euros por tonelada y el arancel apenas supone 6 euros, que es prácticamente lo mismo que puede bajar o subir el precio en una semana¢. Otra tercera idea, sugerida por Naciones Unidas, adoptada por las asociaciones de ganaderos y que inquieta sobremanera a la Unión Europea, consistiría en establecer una moratoria de cinco años para las políticas de incentivos fiscales a los biocombustibles. Frente a la teoría generalizada de que la producción de biodiésel o de bioetanol no era responsable de la subida de los precios, Naciones Unidas advierte sobre las distorsiones introducidas por el mercado de los carburantes verdes.

En esa misma línea, el catedrático de Economía Agraria de la Universidad Politécnica de Madrid, Carlos Tió, ha realizado un estudio en el que evidencia el efecto de los biocarburantes sobre los precios de las materias primas y la necesidad de poner coto a las ayudas a los mismos. ¢No existe ningún negocio en el mundo como el de los biocarburantes, en el que las políticas continentales, en especial la de la Unión Europea, le ha garantizado un crecimiento sostenido durante al menos 15 años¢, apunta. A su juicio, esto ha provocado un fuerte movimiento especulativo hacia este tipo de industria que por ahora no es visible, pero que sí lo será a medio plazo. Tió asegura que la diferencia entre la producción y el consumo mundial fue de 13,5 millones de toneladas en 2006 (un 0,8% de la producción mundial), una cifra insignificante frente a los 109 millones de toneladas (el 6,5% de la producción) que EE UU ha sacado del mercado alimenticio para producir bioetanol. Por lo tanto, a España sólo le queda esperar una mejor cosecha para el próximo año y aguantar el chaparrón hasta que pasen al menos los dos primeros trimestres de 2008. Una vez cruzada esa frontera, el precio de los alimentos bajará, tal y como están aventurando algunos portavoces del Gobierno, pero no porque se abarate la materia prima, sino simplemente porque el precio de 2008 será menor en su comparación con el de 2007.

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