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CincoSentidos

Los orfebres del siglo XXI

Exquisitos, irreverentes y artesanos. Así son los jóvenes joyeros. Sus obras, un prodigio de color, exhuberancia y creatividad

Una bocanada de aire fresco se ha colado en los talleres de las grades firmas de joyería del mundo. El viejo oficio ya no es lo que era. La creatividad de los nuevos orfebres está a punto de dar al traste con el clasicismo, al menos como lo entendían las abuelas. La joya ha adquirido exhuberancia, color y textura. Es una pieza única que se reinventa cada día. La belleza está garantizada. Y la solidez también. La nueva hornada de diseñadores ha llegado pisando fuerte y con la intención de no dejar indiferente a nadie. Son irreverentes, imaginativos y exquisitos. Los coleccionistas de joyas se rinden a sus pies.

Todos aman al escurridizo Joel Arthur Rosenthal, cuya tienda en la emblemática Place Vendôme de París es tan diminuta que pasa desapercibida para el transeúnte. JAR, como se le conoce en los círculos artísticos, no es un recién llegado al oficio ni comparte la juventud de sus colegas, pero sus joyas, dotadas de una extraordinaria modernidad, son la admiración de todos aquellos que quieren hacerse un hueco en el Olimpo. Sus diseños, ajenos a la moda, y sus delicadas tallas en pavé hacen desde hace décadas las delicias de los amantes de las piedras. Sólo dos veces ha mostrado Rosenthal sus joyas al público. La última vez fue en Londres en 2002. Los devotos tienen que contentarse con lograr un hueco en la agenda del orfebre. Si lo consiguen saben que serán recompensados.

Carmen Mazarrasa es una de esas jóvenes diseñadoras que rinde pleitesía a Rosenthal. Sus piezas beben de la tradición y, sin embargo, tienen la extraña cualidad de transformarse en obras contemporáneas, como por arte de magia. Pudimos admirarlo en Florescencia, la colección de collares diseñada la pasada primavera para Grassy, una evocación del pasado plagada de guiños a la modernidad. Esmeraldas facetadas, rubíes, ágatas y turquesas talladas en forma de flor, tubitos de coral, hojas de cuarzo, cuentas de ónix y perlas son tratadas y recicladas para reflejar la belleza de la naturaleza y mostrar la exhuberacia del color. Pronto le tocará el turno a las perlas.

También resultan únicas e irrepetibles las joyas que viene diseñando desde hace una década para Dior, Victoire de Castellane. Sus colecciones son efervescentes, cualidad que logra con el uso de técnicas artesanales muy sutiles, como si cada pieza contase una historia o fuera una pieza poética, efecto que consigue mezclando la extravagancia con el clasicismo, la discreción con la excentricidad. Algo que manejan a la perfección Solange Azagury- Partridge y Philip Crangi, dos iconos de la posmodernidad.

Poco o nada tienen que ver los juguetes-joya de Solange Azagury-Partridge con las delicadas tallas de James de Givenchy, pero sus creaciones son la viva imagen del gusto por la obra bien hecha. Delicadas, explosivas e inclasificables. Bellísimas.

Iconoclastas ambos, como Crangi, su originalidad nace de la capacidad para combinar culturas, piedras y objetos de arte creando algo inclasificable e irrepetible. Pero mágicas.

Los más codiciados del mercado

Solange Azagury. Es una mujer hermosa con una imaginación desbordante. Solange no se arredra ante la tradición: sus colecciones son un prodigio de color, exhuberancia y guiños a la naturaleza y a los recuerdos de la infancia. Es junto a Philip Crangi la viva imagen de la postmodernidad.Victoire de Castellane. El icono de Dior, heredó el amor a las joyas de su abuela, Sylvia Henessy, mujer elegantisima que siempre encontraba un momento para lucir bellas joyas, y tambien de su tío abuelo Boni de Castellane, todo un dandy de su época. Evoca como pocos la magia de las piedras preciosas, especialmente el ópalo, su preferida.James de GivenchySobrino del icono de la moda, Hubert de Givenchy, y francés de nacimiento, James de Givenchy decidió hace unos años trasladarse a la Quinta Avenida donde sus diseños -una mezcla exquisita de las más diversas culturas y un trabajo luminoso de las piedras-son paladeados por las más exigentes degustadores de joyas.Joel A. Rosenthal. En el mundo de alta joyería se le conoce con tres letras JAR. Su tienda en Place Vendôme no tiene ventana ni horario. No se anuncia y abre sus puertas a unos pocos elegidos -Elisabeth Taylor, Ellen Macpherson, Barbara Walters-, pero sus joyas son admiradas por todos los orfebres del mundo.Carmen Mazarrasa. Esta joven diseñadora tiene un camino prometedor. Ha colaborado con Jocomomola, Juan Duyos y Grassy. Y acaba de abrir tienda propia en Madrid. 'Pensil y Persea'. Lo que más le gusta es trabajar las perlas. 'Si no te las pones se mueren', asegura.

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