Perspectivas con fecha de caducidad
Con el euro en 1,5 dólares, la gran mayoría de los profesionales de la inversión considera que la moneda estadounidense seguirá depreciándose. Hace no mucho estos niveles parecerían de escándalo, pero han sido asumidos sin problema por un mercado que se comporta cual esponja: es capaz de absorber y amortiguar casi cualquier elemento externo sin alterar de forma significativa su curso.
Debilidad del dólar no significa, en todo caso, fortaleza del euro. De hecho en la última oleada bajista para la divisa estadounidense -más o menos desde mediados de agosto- el dólar ha perdido algo menos del 10% frente al euro, pero sólo el 2,5% frente al yen japonés, divisa que se ha depreciado más del 7% con la europea para preocupación de exportadores. Por eso cuando se habla de dólar débil hay que definir, también, la contrapartida.
Deutsche Bank, en su último informe, señala que un movimiento típico en el final de un ciclo de divisas -en este caso, del ciclo bajista del dólar- es la debilidad respecto a divisas de mercados emergentes. Un proceso natural, pues primero se vende dólar contra monedas líquidas y de referencia y después contra otras de segunda fila. Y algo que, a grandes rasgos, ya está sucediendo en la renta variable: los emergentes se han convertido en la inversión de moda.
Deutsche apuesta por divisas de Dubai, Hong Kong -la mejor forma de jugar a la revaluación del yuan, según el banco- o Singapur. Pero, en un ejemplo de cómo el mercado actual se ha convertido en un campo de minas, en cuanto cambian ligeramente las tornas el análisis más sesudo pasa a ser papel mojado. Wal Mart presentó cuentas, el Nasdaq se disparó, Goldman mejoró las previsiones sobre el mercado crediticio y, al final, el mayor apetito por el riesgo provocó que los inversores regresasen al carry trade -pedir yenes prestados para invertir en, por ejemplo, Australia- y provocasen una fuerte caída de esta divisa.