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CincoSentidos

El Hermitage exhibe en Lisboa el imperio ruso

Cerca de 600 piezas, entre pinturas, esculturas y otros objetos, muestran cómo vivían los emperadores.

La Rusia imperial ha desembarcado en Lisboa a través de la exposición Arte y Cultura del Imperio ruso en las colecciones del Hermitage. De Pedro El Grande a Nicolás II. El objetivo de la muestra, la mayor que ha organizado nunca el mítico museo de San Petersburgo en el exterior, es narrar el acercamiento de Rusia a Europa durante los dos siglos -XVIII y XIX- en los que reinaron zares de la dinastía Romanov.

La potencia y el esplendor del Imperio se reflejan a través de los retratos de emperadores y hombres y mujeres notables que vivían alrededor de la corte, pero también en los exquisitos y delicados objetos manufacturados por los artistas rusos y europeos más renombrados de aquel tiempo. Los zares querían rodearse de hermosura y para ello impulsaron la creación de fábricas imperiales -porcelana, vidrio y tapices- y recorrieron el continente para empaparse de su cultura. Piezas de porcelana de Sévres y joyas diseñadas por Fabergé, entre otras muchos objetos, muestran su inclinación europeísta.

Sin embargo, como escribe en el catálogo el director del Museo Hermitage, Mikhail Piotrovsky, 'la exposición da una imagen de la vida en la corte, de la vida cotidiana rusa y del gusto ruso, sintiéndose éste último en todo, incluso por detrás del barniz y del brillo europeo'.

Lisboa acoge obras maestras muy conocidas, como un trono imperial perteneciente al último zar, Nicolás II, un magnífico icono de Santo Alexandre Nevsky (1879) o las miniaturas de las insignias imperiales realizadas por Fabergé para la Exposición Universal de 1900. Junto a ellas, se muestran otros objetos con un mayor significado personal como un traje de trabajo de Pedro El Grande, una de las cajas de rapé de Catalina La Grande o el oso de peluche de uno de los hijos de Nicolás II.

Concebida expresamente para el Palacio Nacional de Ajuda, un edificio de finales del XVIII en el que las piezas se integran con absoluta facilidad, cerrará sus puertas el 17 de febrero y, como señala el comisario científico, Baptista Pereira, 'se trata de una ocasión única porque la exposición es inédita y no está previsto que viaje a ningún sitio más'.

Dos siglos cargados de hazañas y desgracias

Ordenada de manera cronológica, la muestra se abre con una sala dedicada a Pedro El Grande, el primero que adoptó el título de Zar de todas la Rusias y a quien Baptista Pereira define como 'un personaje de múltiples intereses, con un gusto especial por la ciencia y la tecnología que llegó a viajar de incógnito por Europa'. De allí trajo algunos de los objetos más curiosos de la muestra: un torno para hacer copias, una farmacia ambulante o instrumentos médicos y de navegación.El segundo núcleo lo componen los reinados de Isabel I y Caterina II, cuando Rusia alcanza el estatus de potencia mundial. Voltaire llegó a decir de la segunda que era 'la más brillante estrella del Norte', en referencia a su actividad como mecenas de artistas y pensadores. Destacan aquí piezas de porcelana y orfebrería y dos magníficas escribanías. Se accede al siglo XIX con Alejandro I, el zar que consiguió vencer a Napoleón y que ganó el honor de coronar al siguiente emperador francés, Luis XVIII. Un reloj en bronce dorado evoca ese hecho histórico. La paz fue aprovechada por Nicolás II, Alejandro II y Alejandro III para realizar grandes cambios. Artísticamente, los tres reinados formaron una era única en la que se impone el Eclecticismo, que vino a sustituir al Neoclasicismo. Ejemplo de ellos son los óleos que representan escenas de palacio, las porcelanas de la Real Fábrica de Copenhague y el mobiliario Art Nouveau.Cierra la muestra la sala dedicada a Nicolás II, asesinado junto a su familia en 1918 por los bolcheviques. En ella se exponen desde el menú impreso para la coronación del zar, hasta un portarretrato con una fotografía de la emperatriz Alexandra con su hija.

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