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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Muchas incógnitas para ser optimista

La Comisión Europea presentó el viernes una limitada revisión a la baja de sus previsiones de crecimiento para 2007, 2008 y 2009. A pesar de la incertidumbre reinante en los mercados financieros y de la escalada del petróleo y otras materias primas, Bruselas -siguiendo las tesis defendidas por el BCE un día antes- se aferra a 'los sólidos fundamentos económicos de la zona euro y de la UE' para apostar por un mínimo impacto de las turbulencias crediticias desatadas este verano. En línea con ese optimismo, la CE augura un crecimiento del 2,6% para la zona euro este año y del 2,2% en 2008 (2,9% y 2,4% para el conjunto de la UE, respectivamente). Se trata de una rebaja de sólo tres décimas frente a las previsiones presentadas por la misma Comisión hace seis meses. El consumo privado, la creación de empleo y el crecimiento de la economía mundial permitirán, según Bruselas, mantener ese ritmo de expansión en Europa.

En este análisis, España sale bien parada de nuevo, ya que según Bruselas este año terminará con un crecimiento del 3,8% (1,2 puntos por encima de la media de la zona euro) y el año que viene un 3% (ocho décimas por encima). Sin embargo, para la proyección de 2009 el crecimiento del PIB se reduciría a un 2,3%, solo dos décimas por encima de la media de la zona euro (2,1%). Estos datos, nada desdeñables, explicarían en parte esa confianza de los inversores en la economía española que se manifiesta en el fuerte rally bursátil desde los mínimos de septiembre, con una revalorización del Ibex del 15% hasta tocar el viernes los 16.000 puntos por primera vez.

Cabe esperar que las previsiones de la Comisión se cumplan, aunque como el propio comisario europeo de Asuntos Económicos, Joaquín Almunia, dejó patente al presentarlas parece difícil. El informe de otoño se cerró el 24 de octubre, hace 20 días, pero la evolución económica lo ha desbordado. Las previsiones se han establecido sobre la premisa de que el petróleo terminará de media este año en 70,6 dólares, un cálculo realizado con el Brent a 84 dólares cuando hoy se compra a 95.

Además, si en 20 días ya se han quedado desfasadas las previsiones de Bruselas, las perspectivas económicas para los próximos meses no inducen al optimismo. 'El panorama se ha ensombrecido claramente', matizó su voluntarismo Joaquín Almunia. A nadie se le escapa, que las incógnitas que pesan sobre las cuentas de los principales actores financieros del mundo y la incierta evolución de la economía estadounidense marcarán, en función de como se resuelvan, la economía europea. Ningún fundamento, por sólido que sea, parece capaz de evitar el contagio.

Por eso, las previsiones del comisario de Asuntos Económicos parecen un deliberado intento de aferrarse a los signos positivos que han sobrevivido al latigazo crediticio de este verano. Bruselas, quizá con buen criterio, no quiere alentar un pesimismo que lastre la necesaria confianza de inversores, empresarios y hogares. Probablemente, a corto plazo, la estrategia de Almunia dé resultado. El problema es que ese plazo cada vez es más corto.

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