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Internet

Los usuarios se rebelan contra las normas de la web 2.0

La regulación de internet se sofistica y provoca rechazo a firmas como Flickr o Youtube.

Rebeliones, suicidios masivos de cuentas, vendettas y campañas de protesta. Es la otra cara de esa web 2.0 considerada participativa, colaborativa y democrática. La respuesta orquestada por colectivos de usuarios descontentos que califican una 'censura decimonónica', una regulación 'hipócrita' o un 'exceso de celo' la supresión de sus cuentas por parte de quienes administran y regulan los servicios que ellos ayudan a sostener en internet.

Revueltas como la que protagonizaron hace un año un puñado de bloggers en España contra los administradores de la plataforma Windows Live Spaces cuando borraron de un plumazo un blog ('El ojo de Guadix', reabierto posteriormente) por publicar la foto de una mujer que amamantaba a su hijo y dejaba ver uno de sus senos, según cuenta Marcelino Madrigal, uno de los bloggers implicados en la protesta. Una imagen que había sido premiada en un concurso sobre la lactancia y que en opinión de los levantados en armas era respetuosa.

Pero Windows Live Spaces no es el único servicio en el que el descontento ha tomado forma de protesta. El repositorio de fotos Flickr, el servicio de vídeos Youtube, el agregador de noticias Digg o los fotoblogs de la plataforma Fotolog han sufrido en sus entrañas lo que los internautas califican como revueltas y rebeliones.

Son los servicios y tecnologías de lo que se ha denominado (en una estrategia de marketing global) la web 2.0. La etiqueta con la que se amalgaman toda una serie de servicios y desarrollos tecnológicos (Ajax, mashups, XHTML o microformatos). Una nueva web que se califica insistentemente como un fenómeno cultural caracterizado por la participación, la colaboración y la democracia; y en la que se señala un protagonista: el usuario de internet; el que la revista Time interpelaba a principios de año con un tú en su portada (delante de la imagen de un ordenador) y al que nombraba protagonista del año.

Y es el usuario el que protagoniza esas rebeliones, que no son más que un puñado de acontecimientos excepcionales. Pero es una excepción que pone en entredicho el discurso de una web 'democrática y democratizadora' que enarbolan los gurús y los evangelistas de internet. 'Los usuarios hacen de esos servicios lo que son', dice Robert Pastor, editor de un blog de éxito llamado Llámame Lola en el que junto con David Corbacho y Eli E. Torres se dedican a la crítica y al análisis publicitario. 'No sé por qué cortan las alas al usuario cuando gracias a él son lo que son', vuelve a la carga. Y lo dice por experiencia, porque a ellos Youtube les borró una cuenta con 160 vídeos y 700.000 visitas, porque una marca de ropa se quejó de que habían colgado un anuncio suyo. 'Borran un anuncio, pero sin embargo buscas peleas y encuentras las que quieras', critica lo que considera una 'doble moral' del servicio.

El discurso optimista de la web 2.0 contrasta con las acciones expeditivas que los servicios toman contra los usuarios que transgreden unas normas calificadas por algunos como 'hipócritas o decimonónicas'. Esas normas que nadie lee, reconoce Robert: los más de 20 folios que ocupan las condiciones que establecen firmas como MySpace, Flickr o Youtube y que resultan más extensas que un contrato de alquiler. En ellas se especifica el tratamiento que se dará a los datos de los usuarios, las condiciones sobre los derechos de autor y cuestiones como lo que se considera lícito o reprobable.

Un pecho insinuado, una compañía que elude la crítica impidiendo que se reproduzca un anuncio propio o el culo de un dibujo animado que es considerado ofensivo: lo que se juega es la libertad de expresión. Y, por ahora, quienes salen ganando son quienes tienen la sartén por el mango, y no el personaje del año (el usuario: usted).

Denuncias previas

'No hay imparcialidad en la red y no es una democracia', sentencia Marcelino Madrigal, un blogger crítico, 'tu pones una foto de Bart Simpson enseñando el culo y no puedes creer que te cierren el (blog de) space', cuenta, 'pero si alguien denuncia que es ofensivo, te lo cierran aunque previamente, para cerrarlo, siempre primero te avisan'.

Condiciones draconianas

'Si no te gusta, puedes marcharte a otro servicio', es lo que respondió tras una discusión Stewart Butterfield, cofundador de Flickr, a un usuario en un foro del servicio. Las condiciones suelen ser extensas y a través de ellas se regula la utilización de datos de los usuarios, los derechos que la compañía se arroga sobre los contenidos que ellos elaboran y publican y los límites sobre el uso del servicio. Un ejemplo de la minuciosidad y extensión de los derechos que establecen las compañías: 'podemos usar la información personal para revisar, investigar y analizar'; y 'compartir la información no personal agregada con terceras personas'; y 'puede ser que combinemos la información que nos indica en su cuenta con la información de otros servicios', como por ejemplo 'su petición de web, dirección IP, tipo de buscador, idioma del buscador, la fecha y hora de su petición y una o más cookies que pueden identificar de manera única a su buscador'. Además, 'si no acepta alguna de estas condiciones, por favor, no use el servicio'. Simple. Lo dicen en Youtube, lo mismo que Butterfield al usuario descontento.Pero eso no es lo único: 'podemos modificar o revisar discrecionalmente y en cualquier momento estas condiciones de uso, y usted acuerda quedar ligado por tales modificaciones o revisiones'. Algo así se lee en las condiciones de Youtube y en las de MySpace, por ejemplo. Y la obligación del usuario es revisar las condiciones para estar al tanto de los cambios. Uno de esos cambios es el que produjo en Flickr la rebelión, hace un par de años, de cientos de usuarios que decidieron protagonizar un suicidio masivo de sus cuentas. Un final trágico para un escenario digital.

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