El cultivo del maíz transgénico aumenta un 77% en la UE
La Asociación Europea de Bioindustrias (EuropaBio), que representa a empresas como Monsanto, Novartis o GlaxoSmitkline, anunció ayer que el terreno dedicado en la UE al maíz Bt, el único cultivo transgénico autorizado por Bruselas, ha aumentado este año un 77%, hasta alcanzar las 110.077 hectáreas.
España, con un incremento del 40% supera ya las 75.000 hectáreas y sigue encabezando, a gran distancia, la producción de ese maíz resistente a una plaga de insectos bastante frecuente en la Europa meridional.
Los datos llegan en plena polémica comunitaria sobre los productos transgénicos. Hoy mismo, los ministros de Medio Ambiente de la UE, reunidos en Luxemburgo, deben pronunciarse sobre la legalidad o no de la decisión unilateral de Austria de prohibir la comercialización de un maíz transgénico.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, también anunció su intención de proponer una moratoria sobre esos cultivos en Francia hasta que un organismo de nueva creación evalúe ese tipo de productos.
Y en la Comisión Europea, que habitualmente ha respaldado los cultivos transgénicos, comienza a haber voces disidentes como la del comisario de Medio Ambiente, Stavros Dimas.
Nathalie Moll, directora ejecutiva de EuropaBio, lamentó ayer que se arrojen dudas sobre un producto sin tomar en cuenta el impacto negativo de su abandono. 'Francia, sin sus 22.000 hectáreas de maíz Bt, gastaría 29.000 litros más de fuel, emitiría el equivalente a 86.500 kilogramos de CO2 y necesitaría 8.500 litros adicionales de insecticida', aseguró Moll durante la presentación de los datos sobre el cultivo del Bt en la UE. 'Me parece un precio muy alto para una declaración como la de Sarkozy', ironizó Moll.
La presentación de EuropaBio fue secundada por Jacques Beauville, uno de los pocos agricultores que se ha aventurado a utilizar en Francia las temidas semillas del maíz modificado. Beauville, que atribuyó su elección a motivos medioambientales, afirmó que 'Francia y Europa están perdiéndose una revolución industrial por culpa de José Bové y de Greenpeace'.