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Tribuna
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I+D y Presupuestos 2008

Los últimos Presupuestos Generales del Estado de esta legislatura son una buena excusa para hacer balance y confirmar dos buenas noticias: el gran incremento de las partidas de I+D+i durante los últimos cuatro años y, quizá más importante, el notable cambio de actitud de las instituciones.

Digamos que la Administración ha decidido coger el toro por los cuernos. La actual política presupuestaria y los correspondientes programas en vigor confirman que la investigación tiene, ahora sí, una importancia estratégica. Máxime, teniendo en cuenta que la delicada situación de partida influye negativamente en nuestra competitividad.

Entre 1996 y 2003, el gasto en innovación creció a una velocidad del 4,1%. A ese ritmo, España no alcanzaría, hasta 2028, los objetivos marcados en la Agenda de Lisboa 2010, una iniciativa destinada a convertir Europa en la región basada en el conocimiento más competitiva del mundo.

Sin perdernos en porcentajes, Lisboa propone que la UE invierta un 3% del PIB en I+D y que, de esa cantidad, el 66% corresponda a la iniciativa privada. Según las últimas estimaciones oficiales (2005), las cifras europeas rondan el 1,8% y 55%, respectivamente. En España, apenas el 1,13% y poco más del 48%. Por tanto, el objetivo de converger con Europa puede parecer tan complicado como felizmente ambicioso.

En este sentido, los Presupuestos de 2008 -si bien han sufrido una desaceleración que debe ser vigilada- confirman la tendencia marcadamente alcista en investigación civil. Sus 7.679 millones euros suponen, por un lado, incrementar en un 17% las cifras del ejercicio anterior; por otro, duplicar con creces el dinero destinado en 2004, cumpliéndose así una de las promesas del Ejecutivo al comienzo de su mandato.

En los dos últimos ejercicios (2006 y 2007), el Presupuesto en I+D+i ha crecido por encima del 30%. En términos globales, el gasto en investigación ha aumentado a razón de un 26% anual durante la presente legislatura.

De poco serviría esta tendencia si no apuntara al cumplimiento de los compromisos marcados por la denominada Estrategia Nacional de Ciencia y Tecnología (Encyt). La Encyt plantea un horizonte para 2015 basado en los siguientes objetivos: invertir el 2,5% del PIB en I+D, conseguir que el 60% de dicho gasto sea financiado por el sector empresarial y lograr que sean calificadas como innovadoras el 45% de nuestras empresas (en la actualidad, poco más del 30%).

Dicha estrategia condiciona, asimismo, la implantación de sucesivos planes nacionales de I+D+i. Recientemente, se ha aprobado el Plan 2008-2011, que constituye una especie de estadio intermedio. Del mismo modo, contempla el denominado Programa Ingenio 2010, impulsado hace dos años con el fin de situar a España entre los 10 primeros países da la UE en innovación.

Los Presupuestos Generales del Estado en I+D+i tratan de impulsar, por tanto, estas iniciativas. De los 7.679 millones de euros apuntados, las partidas presupuestarias más cuantiosas corresponden a los programas de investigación básica (2.580) y a la investigación y desarrollo tecnológico-industrial (2.552). Particularmente interesante resulta esta última. No sólo porque supone un incremento del 19% respecto a los Presupuestos de 2007, sino por la importancia capital de sus programas de cara al incremento de nuestra competitividad. Buena muestra es el Programa Cenit (Consorcios Estratégicos Nacionales de Investigación Técnica), que constituye la iniciativa de mayor envergadura relacionada con la I+D empresarial en España.

En este contexto, dos ministerios capitalizan el gasto innovador. En el caso del Ministerio de Industria (donde sobresale la labor el CDTI -Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial-), la inversión en I+D+i prevista (4.724 millones), además de ser la mitad de todo su presupuesto, supone más del doble que la realizada en 2004. Un panorama similar al del Ministerio de Educación y Ciencia (MEC). Sus 3.622 millones de euros comprometidos para 2008 multiplican por 2,4 lo presupuestado en aquel mismo ejercicio.

Aunque las cifras de I+D+i que manejan los nuevos Presupuestos conducen al optimismo, no hay que olvidar que los efectos de su aplicación no son inmediatos y que la precaria situación de partida resultaba, por otra parte, fácilmente mejorable. Sí parece que las cosas funcionan un poco mejor. Sólo cabe esperar que los Presupuestos del próximo Ejecutivo continúen pisando el acelerador para colocar a España entre las grandes potencias innovadoras de Europa.

Director general de Asesoría Industrial Zabala

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