La reina Cristina
El próximo 28 de octubre tendrá lugar en Argentina la primera vuelta de las elecciones presidenciales, en las que parte como clara favorita la senadora por la provincia de Buenos Aires Cristina Fernández, esposa del actual presidente Néstor Kirchner, conocida popularmente como la reina Cristina ya que se la acusa de tratar su campaña presidencial más como una coronación que como una campaña política. Su victoria sería parte de una estrategia política para empezar la segunda fase de una presidencia compartida, que podría extenderse con intercambios unos 12 años más.
Cristina Fernández, que es abogada, tiene una amplia trayectoria política y como defensora de los derechos humanos que data de su tiempo como senadora en la provincia de Santa Cruz, donde fue elegida antes de que su marido iniciase su carrera la política. Además, en los últimos años ha estado detrás de reformas clave para reforzar el sistema judicial y político, como los cambios en la Corte Suprema.
Los últimos meses no han sido los mejores para el Gobierno de Kirchner que ha sufrido importantes reveses políticos. El país ha sufrido la peor crisis energética desde 1989, y en mayo hubo una violenta rebelión de los maestros de Santa Cruz. Además, el partido gubernamental ha sufrido derrotas en las elecciones locales de la capital argentina, donde ganó el opositor Mauricio Macri, así como en las provincias de Misiones y Tierra del Fuego.
Además, el Gobierno se ha visto afectado por importantes escándalos de corrupción en los que se han visto involucrados miembros del Gabinete, que muestran que el problema de la corrupción sigue siendo endémico en Argentina. El pasado verano la ministra de Economía, Felisa Micele, fue imputada y tuvo que dimitir de su cargo por el hallazgo de una bolsa con unos 154.000 euros en el baño de su despacho (el llamado Toiletgate). También se descubrió un maletín con unos 577.000 euros que era transportado desde Caracas a Buenos Aires a bordo de un avión privado, pero fletado por funcionarios, que llevó a la renuncia de Claudio Uberti, presidente del ârgano de Control de Concesiones Viales y hombre de confianza del ministro de Planificación, Julio de Vido, que también se ha visto envuelto en una investigación por corrupción en la contratación de obras públicas y sobornos de la constructora sueca Skanska, que costó el puesto a dos altos funcionarios. Por último, la ministra de Defensa, Nilda Garré, ha sido llamada a declarar en una investigación sobre la venta de armas.
Por otro lado, pese a la recuperación económica, el país todavía se enfrenta a importantes retos económicos, como la persistencia de la pobreza reflejada en el aumento espectacular de las villas (favelas) en Buenos Aires (se estima que han crecido entre un 100% y un 300% desde la crisis de 2001, llegando a unos 150.000 habitantes), la inflación galopante que alcanza un 15%, según observadores independientes (el doble de las estadísticas oficiales), la crisis energética, la reducción del superávit presupuestario o la injerencia constante del Estado en la economía.
Pese a todo esto, su éxito en las encuestas (que la dan más de 25 puntos de ventaja sobre sus principales oponentes, Elisa Carrió, Roberto Lavagna, y Ricardo López Murphy) reside en la debilidad y fragmentación de la oposición, y en que la senadora Fernández ha decidido enfatizar los logros económicos de Kirchner (en particular el crecimiento medio de la economía del 8% desde 2003 y el saneamiento de las cuentas públicas), y al mismo tiempo distanciarse de los puntos negativos de la gestión de su marido, cargándole a él con el peso de estos escándalos (que pese a todo sigue teniendo tasas de popularidad del 50% por el éxito económico). Además, está apostando por una imagen de modernidad y haciendo hincapié en temas que preocupan a las clases medias, como el medio ambiente, y se ha embarcado en una agenda intensa de viajes internacionales para proyectar una imagen internacional más moderada.
Para España y sus empresas (con alguna de las cuales ya tuvo un encontronazo durante su reciente viaje) es de esperar que Cristina apueste por la estabilidad y la moderación, así como que deje de lado lógicas populistas (como la congelación de las tarifas desde 2002). Las primeras señales no son muy esperanzadoras: pese a que los observadores sostienen que tiene ideas propias y que no es un apéndice de nadie, se la critica que es autoritaria, poco humilde y que no escucha. Es de esperar que estas cualidades no sean sus señas de identidad una vez sea elegida.
Sebastián Royo. Decano en la Universidad de Suffolk en Boston, director de su campus en Madrid, y codirector del seminario de Estudios Ibéricos del Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Harvard en Boston (sroyo@suffolk.edu)