Un defensor de la verdad y la palabra
Carlos Llamas era un buen periodista. Tenía un don especial para realizar ese trabajo tan complicado, que consiste en informar con veracidad, con sencillez y también con compromiso. Quedarse al margen, ver pasar la actualidad ante sus ojos y contarla sin sentirse implicado no iba con él. Y ése es un valor esencial para todos aquellos que creemos que no se puede ser indiferente ante las cosas, y que cada uno, desde lo suyo, debe hacer lo que pueda por defender lo que cree y piensa.
æpermil;l llamaba 'al pan, pan y al vino, vino'. Era muy directo y la verdad era su bandera. Hace poco he leído el libro de Mark Twain, Qué es el hombre, en el que el autor da una visión muy pesimista del individuo. Dice que el hombre no suele decir la verdad, esconde la verdad e incluso más allá de la muerte seguiría escondiendo la verdad. Pero si existe el más allá, Mark Twain conocerá a Carlos Llamas y tendrá que rectificar lo que dijo, ya que hay hombres como Carlos Llamas que dicen la verdad y defienden la verdad. Además, con personas como él sólo se puede tener una visión optimista del hombre. Era un buen periodista y una gran persona, un hombre con un sentido optimista de la vida, pero con razón, razones y convicción.
Todos hemos perdido la referencia de la noche en la radio. Pero hemos perdido mucho más: hemos perdido una voz poderosa, irónica y mordaz, que se alzaba contra los abusos de los poderosos. Una voz cálida, afectuosa, próxima a los problemas de la gente corriente y abanderada de sus sentimientos y sus anhelos.
Carlos transmitía lo que pensaba, lo que sentía, aquello en lo que creía. æpermil;l era un personaje reconocido de los medios de comunicación, sin embargo, jamás se le subieron los vapores del triunfo a la cabeza.
Todos hemos perdido la voz nocturna de la radio. Yo, además, he perdido un amigo, a quien tanto quiero.
Cándido Méndez. Secretario general de UGT