El consumo pasa factura al IVA
La recaudación impositiva del Estado sigue fuerte y, en conjunto, no produce grandes inquietudes. Según los datos de ejecución presupuestaria del Ministerio de Economía y Hacienda, los ingresos tributarios hasta agosto crecieron, en términos de caja, un 14,2% respecto al mismo periodo de un año antes. Por tanto, no cabe alarmismo, al menos a corto plazo.
Sin embargo, el IVA, ligado al consumo, empieza a dar señales de desaceleración y, sin computar las devoluciones, creció hasta agosto un 6,3%, un frenazo de un ritmo que finales de 2006 crecía al 9,6%. El secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos, Carlos Ocaña, ha achacado una parte de esos tres puntos de diferencia al mayor volumen de devoluciones practicadas por la Agencia Tributaria este año y a los efectos de la sentencia del Tribunal de la UE que obligó a España a compensar a muchas empresas por un incorrecto cálculo de la regla de la prorrata del IVA.
Sin embargo, el Gobierno reconoce, y no puede ser de otra manera, que la caída en el crecimiento del impuesto indirecto por excelencia se debe a una ralentización del consumo. La política de tipos del BCE, pues, se está notando en España. Igualmente, el impuesto de transmisiones patrimoniales -recaudado por las comunidades autónomas- ha sufrido un recorte en su recaudación del 6% por el descenso en la venta de las viviendas (un 10% en el primer semestre).
Aunque las autoridades económicas no expresen preocupación por el comportamiento del IVA y las transmisiones, y hoy no peligre el superávit fiscal -hasta agosto alcanza 12.342 millones, casi 2.300 millones por encima del mismo periodo de 2006-, no se debe olvidar que un descenso en los ingresos fiscales puede sufrir una aceleración vertiginosa. De momento, el menor tono del IVA está compensado por el comportamiento del IRPF (crece un 17%) y por el impuesto de sociedades (un 32%), pero, si la desaceleración en la venta de viviendas se agudiza, los impuestos indirectos pueden pasar una costosa factura.