'Si vienes en plan ermitaño, lo pasas mal'
Barcelonés, de 34 años, lleva viviendo en Singapur desde 2003. Creó junto a su mujer la sociedad Toyku, cuyo buque insignia es una escuela de español ubicada en esa ciudad-Estado. De momento, no piensa regresar.
Tiene un hijo de 18 meses que balbucea en inglés porque en este idioma le habla su cuidadora indonesia, pero que también entiende algo de chino porque éste es el idioma de su guardería, 'que parece la ONU de tantas nacionalidades como hay'. En casa, claro, escucha español. Antonio Codinach y su mujer Estefanía Peral educan a su pequeño como el resto de expatriados de Singapur, en el multilingüismo de esta ciudad a la que se trasladaron en 2003, unos meses después de casarse.
¿Es numerosa la colonia española en Singapur?
Según me comentaron hace poco en la embajada, somos unos 375 españoles, de los que el 30% son niños menores de 10 años. La verdad es que somos pocos. A nivel personal, mi mujer y yo tenemos varios focos de contactos. Hay españoles, pero también de otros países. Por ejemplo, yo juego al fútbol con unos holandeses y, además, es muy frecuente encontrarse con parejas en las que él es de un lugar y ella de otro.
'Es fácil instalarse y prepararse para dar el salto al resto de Asia'
¿Por qué Singapur?
A mi mujer y a mí nos apetecía salir de Barcelona. EE UU ya lo conocíamos, Europa era como seguir en casa, Latinoamérica tenía el problema de la inseguridad, así que Asia era el destino. De Singapur, que es Asia, pero de lo más occidentalizado, teníamos vagas referencias por unos familiares y un año antes de venir empezamos a informarnos. Internet fue muy útil.
¿Es fácil adaptarse al modo de vida?
Si vienes como un ermitaño lo vas a pasar mal. Hay que hacer un importante esfuerzo de socialización. Puedes empezar por ir a actos de las embajadas y a inauguraciones o a catas de vino y, poco a poco, ya te van invitando a más cosas y haces contactos. Por lo demás, para tratar con la gente de aquí no hay problemas. Tienen su forma de ser, por ejemplo, les tienes que decir todo muy claro porque no entienden nada entre líneas. A diferencia de sus vecinos malayos, en Singapur la gente va siempre muy deprisa y sonríen poco.
¿Antes de venir, ya sabía el negocio que quería montar?
Cuando llegamos, no teníamos nada. A mi mujer por su especialización como profesora de español le salieron trabajos a tiempo parcial muy rápido. Pero una oferta terminó rompiéndose y fue cuando nos planteamos montar una sociedad, ToyKu ,que es To de Tono, mi apodo, y Ku, de Estefanía, a quien los íntimos llamamos Cuchi. De ahí nació Las LiLas, que es la única escuela de español en Singapur. Pero también damos clases de portugués y servicios corporativos de traducción, secretariado, guía turístico...
¿Es fácil ser emprendedor en Singapur?
Registrar una sociedad es sencillo. El objeto social que admiten es muy amplio y el capital puede ser desde los dos dólares de Singapur un euro, aunque si lo haces sólo con eso podrían pensar que es para obtener un permiso de trabajo. En menos de tres meses obtuvimos mi permiso y eso porque aún se notaba la crisis de 2003. Ahora, el último que solicité para una profesora de la escuela lo tuve en dos semanas. Aquí las cosas funcionan muy rápido. Por ejemplo, todas las obras para convertir una nave vacía en la escuela estuvieron terminadas en menos de dos meses.
¿Piensa en regresar a España?
Aunque aún es pronto, en lo que pienso es en extender la escuela Las LiLas a otras ciudades de Asia. Estar en Singapur es estar a dos horas de islas paradisiacas para ir a descansar pero también de Tokio o Hong Kong. Lo estratégico de Singapur es que es muy sencillo establecerse y desde aquí prepararse para dar el salto. Además, de momento, lo único que no me gusta de esta ciudad es su excesivo calor húmedo ¡y que al cine tengas que ir con jersey grueso por culpa del aire acondicionado! A España vamos de vez en cuando.