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La batalla aeronáutica

Airbus sigue los retrasos del B-787 con la escopeta cargada

Airbus encaja con expectación el anuncio del retraso del primer vuelo del avión 787, la gran apuesta de Boeing. El constructor europeo no se pronuncia, pero recuerda que su competidor actuó con deslealtad cuando su superavión A-380 sufrió importantes demoras. Además, duda de que en medio año se pueda homologar un avión.

El gigante europeo de la construcción de aviones civiles, Airbus, ha recibido con ¢atención, pero en silencio¢ la noticia de que su directo competidor, la compañía estadounidense Boeing, ha sufrido un primer contratiempo en el calendario de puesta en servicio comercial de su avión estrella: el 787 Dreamliner.

Efectivamente, la corporación estadounidense anunció el pasado miércoles que ha decidido retrasar ¢hasta mediados de noviembre o diciembre¢ el primer vuelo de este aparato que estaba previsto para este mismo mes de septiembre.

El responsable de la división de Aviones Comerciales de Boeing, Scott Carson, señaló que el cambio de planes es consecuencia de los retrasos que se han producido en el suministro de algunos componentes imprescindibles para el ensamblaje en Seatle (EE.UU.) de los primeros modelos de vuelo. Además, la situación se ha complicado con dificultades en la puesta a punto del software de control de vuelo para el avión.

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Este aparato es el último grito en el uso de todas las modernas tecnologías aeronáuticas. En menos de tres años, con unas 706 unidades contratadas por 48 aerolíneas de todo el mundo, ha llegado a ser un proyecto de gran éxito que ha permitido a Boeing recuperar el liderazgo del sector que había sido obligado a ceder durante los últimos cuatro años ante el ímpetu imparable de Airbus.

Desde que en el invierno de 2006 comenzaron a hacerse públicas las dificultades que el constructor europeo tenía para conseguir la puesta a punto de su superavión A-380 y también con la definición de su nueva alternativa de largo alcance y capacidad media, el A-350, Boeing utilizó la impresionante evolución comercial en la contratación del 787 para confirmar la reconquista del liderazgo en el sector. Ahora la coyuntura parece que puede volver a cambiar de signo. Por un lado, el vapuleado Superjumbo Airbus-380, con más de dos años de retraso, parece haber superado todas las pruebas y se dispone ha realizar sus primeras operaciones comerciales en las próximas semanas. Por otro lado, Boeing sufre los primeros contratiempos con el 787 y, además, se ha visto obligado a lanzar un plan de revisión de más de 2000 aparatos de su modelo de corto radio B-737 como consecuencia de un accidente.

En este contexto Airbus, recuerda que durante los días duros en que sufría la confabulación de todos los infortunios, la dirección de Boeing alentó informaciones que resaltaban y magnificaban los problemas que aquejaban a su competidor. El fabricante europeo espera ahora con la escopeta cargada. En círculos reducidos se ha comenzado a poner en duda la capacidad que pueda tener la compañía estadounidense de realizar las ingentes pruebas de homologación que requiere un avión nuevo en el exiguo plazo de seis meses que le quedarán desde diciembre de este año, fecha actual fijada para el primer vuelo, hasta el mes de mayo de 2008, cuando está prevista la entrega de primer avión para realizar vuelos comerciales a la compañía All Nippon Airways.

Aunque Boeing sea capaz de preparar el plan de pruebas que se ha propuesto y que le obliga a utilizar seis aviones durante las 24 horas del día, los técnicos de Airbus creen que es imposible implementar en tan poco tiempo todos los requisitos exigidos legalmente. Máxime cuando el 787 es un avión que supone una revolución con respecto a la tecnología existente en la práctica totalidad de sus equipos, estructuras, diseños y componentes.

Uno de los elementos más críticos de este nuevo aparato, precisamente, es la utilización intensiva de materiales compuestos, que alcanza la mitad de sus estructuras. Las grandes piezas del fuselaje construidas en fibra de carbono, según los expertos, tienen el riesgo de sufrir pequeñas torsiones ante los descomunales esfuerzos a los que se ven sometidos. Ello exige que sean probadas y comprobadas exhaustivamente.

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