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Tribuna
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La inmigración en la empresa familiar

Las inquietudes de los españoles van cambiando con los tiempos. Una de las mayores preocupaciones en la actualidad, que aparte de mostrarse en todas las encuestas publicadas vemos a diario en todos los medios de comunicación, es la de la inmigración, fenómeno que trasciende a la mera circulación de personas.

España es en estos momentos el segundo país receptor de inmigración del mundo, sólo por detrás de Estados Unidos. Madrid recibe un 25% del total de la inmigración española, un millón de inmigrantes regulares (y unos 500.000 irregulares), lo que supone un 20% de la población activa de la comunidad. Los trabajadores inmigrantes se concentran en los sectores de la construcción, la hostelería y el comercio.

No cabe duda de que la inmigración es una realidad más que evidente, que afecta a la sociedad en general y al empresario en particular, y que necesita una adecuación de leyes y costumbres y una planificación exhaustiva en todos los órdenes.

La inmigración está siendo un fenómeno de alto impacto, tanto por su magnitud como por su velocidad, y seguramente no podíamos estar preparados para ello. En la actualidad, sin embargo, conocemos las previsiones, que el flujo no se va a detener, y que la inmensa mayoría de la inmigración no va a volver a su país de origen. ¿Estamos ahora preparándonos suficientemente? Por el momento no hay problemas laborales por el buen momento de la economía española en general, y madrileña en particular, pero ¿qué pasará luego?.

Los empresarios familiares madrileños no somos ajenos a este fenómeno social que, por supuesto, tiene muchas implicaciones en la economía de nuestra región.

Desde la Consejería de Economía de la Comunidad de Madrid se ofrecen datos muy positivos acerca de los resultados económicos obtenidos durante los últimos años, que se deben, en gran parte, a la aportación laboral de los inmigrantes y a su contribución económica, que supone un 10% del PIB madrileño. Sin embargo, tales datos, que por supuesto son alentadores, no reflejan la realidad de la problemática a la que nos enfrentamos los empresarios a la hora de contratar trabajadores inmigrantes.

Somos conscientes de que necesitamos trabajadores inmigrantes, necesarios para sostener nuestro crecimiento económico y social, y queremos contratar a esos trabajadores en las mejores condiciones posibles. Estos deseos chocan con la realidad administrativa y burocrática que nos impide agilizar dichas contrataciones y sensibilizar a todas las partes intervinientes sobre la problemática de la contratación laboral de inmigrantes.

Entre los diversos problemas con los que nos encontramos, destacan fundamentalmente los siguientes: un tiempo de espera para regularizar la situación de un trabajador de ocho a doce meses; problemas en la obtención de los permisos de conducir; una falta de formación de los trabajadores y graves dificultades para la integración de algunos colectivos.

Necesitamos la colaboración activa de la Administración, que se agilicen los trámites, que se faciliten las clases de español, que se obligue a los países emisores a tratar el problema como propio, que se sensibilice a la sociedad española también.

No podemos dejar de insistir en la necesidad de la regularización ordenada de los inmigrantes irregulares con la ayuda de los países de origen. La clave de la regulación de los flujos migratorios y de la integración de los inmigrantes pasa por el entendimiento entre receptores y emisores, y de una forma u otra se ha de llegar a acuerdos.

La integración afecta a todas las áreas: educación, sanidad, formación, etcétera. Planteémonos qué modelo de integración es el adecuado. Hasta ahora no lo hemos encontrado. Por un lado, ¿hay igualdad de oportunidades? Por otro, ¿se respetan y acatan las normas de convivencia?

León Gutiérrez. Presidente de Saexma y vocal de la junta directiva de Adefam

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