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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un PIB de un billón de euros

Estadística confirmará hoy que en los últimos cuatro trimestres (de julio de 2006 a junio de 2007) la economía española ha generado una producción de un billón de euros, una cota jamás alcanzada, que se logra tras encadenar 14 años de crecimiento ininterrumpido, nada menos que 56 trimestres. La cifra que haga pública hoy el INE supondrá más del doble del producto generado hace tan sólo 10 años, y coloca a España como novena potencia del mundo, superada por Canadá y aún por delante de países con la fuerza de los emergentes más dinámicos, como es el caso de Brasil, Rusia, India o México. Sólo China, que ha saltado en los últimos años por delante incluso de Reino Unido y Francia, está entre los emergentes que han superado a España.

Este récord de producción es el resultado de la aplicación de políticas económicas ortodoxas más allá del signo político de los Gobiernos, de la integración de España en la zona monetaria única de Europa y en su disciplina, y de la aportación sindical al control de los costes para traducirlos en más cantidad de empleo. La economía española no tiene nada que ver con la de hace diez años: si se ha duplicado el PIB, también lo ha hecho el empleo, y la renta per cápita toca con los dedos la media de la UE, de la que en 1985, cuando inició la aventura comunitaria, le separaba un abismo.

La única pega al fuerte crecimiento de la economía es que ha llevado aparejados desequilibrios que la convierten en más vulnerable que las de su entorno. Se ha basado en exceso en la inversión residencial, que ha absorbido ingente cantidad de recursos de los agentes privados, que estarían mejor empleados en otros proyectos. Ha estimulado el crecimiento con flexibilidad, activa y pasiva, del mercado de trabajo y sus costes, hasta agotar tal mecanismo de escape. Ha financiado su avance con creciente apelación a recursos externos, y acumula el déficit corriente más alto de la OCDE. Nada alarmante si el ciclo persiste. Pero las políticas económicas deben sortear estos desequilibrios para que un cambio de ciclo no estrangule el futuro.

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