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Hoteleras

Amancio Ortega afronta sus primeras turbulencias

El fundador de Inditex, Amancio Ortega, afronta estos días el paso de los huracanes por el Caribe al frente de Occidental Hoteles. El empresario gallego adquirió a principios de este año, junto con BBVA, la cadena hotelera por cerca de 610 millones de euros (de los que 272 millones correspondieron a deuda del grupo). Ortega realizó la operación a través de la sociedad Pontegadea y el banco presidido por Francisco González la llevó a cabo mediante su división de capital riesgo Valanza. Occidental Hoteles estaba controlada por La Caixa, la firma de capital riesgo española Mercapital, las familias Lara, Lladró y García-Baquero y los directivos de la empresa.

Un informador de la compañía indicó ayer que tres de sus hoteles en México permanecerán cerrados esta semana ante la amenaza del huracán Dean, una decisión que pocas empresas del sector han seguido. La zona del Caribe es un destino en el que Occidental es uno de los principales operadores mundiales y la compañía ya ha sufrido el paso de huracanes por sus hoteles

Tanto Ortega como BBVA sabían el riesgo que entrañaba la compra de Occidental. De hecho, antes de que Occidental fuera vendido al tándem Ortega-BBVA, la compañía hotelera negoció la operación con la sociedad de capital riesgo Carlyle, una de las mayores del mundo y que cuenta en España con oficina, en Barcelona. Carlyle llegó a ofrecer cerca de 900 millones de euros, según se publicó entonces.

En agosto de 2005 la operación se daba prácticamente por hecha; pero las condiciones meteorológicas lo trastocaron todo. A finales de ese año, los huracanes Emily y Wylma provocaron importantes destrozos en las instalaciones de la compañía en el Caribe, con lo que se modificaba también las previsiones de resultados de ese año de la empresa (el 50% del negocio de Occidental se obtiene en esa zona donde gestiona 40 complejos). El preacuerdo de venta a Carlyle se rompió. A pesar de todo, la firma de inversión indicó que la ruptura del primer acuerdo no suponía la negación total a llevar a cabo la operación.

Los destrozos causados a finales de 2005 en los hoteles fueron evaluados y en enero de 2006 se rompió definitivamente la negociación con Carlyle. A finales de 2006 se reactivó la operación, esta vez con distintos compradores (Carlyle optó ese año por comprar la división de viajes del grupo Iberostar, por 900 millones).

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