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Tribuna
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En defensa del turismo residencial

La competitividad del turismo residencial descansa en dos pilares no dependientes de la política, ni de la presión mediática como son: la fortaleza del turismo en España y el clima.

Los buenos resultados conseguidos demuestran tozudamente la tendencia y permanencia de las corrientes turísticas hacia España y que el turismo sigue siendo uno de los principales pilares de la economía. Esa corriente de turistas que, después de viajar a España en sucesivos periodos de vacaciones, deciden dejar de residir en hoteles y adquirir una vivienda en nuestro país, principalmente en nuestras costas, para utilizarla como segunda residencia (que en muchos casos llega a convertirse en primera), no solamente representa un elemento clave en el sector de servicios español sino que, al mismo tiempo, están conformando una demanda estable y sólida para el sector inmobiliario y de la construcción.

Los datos oficiales estiman que los no residentes que han decidido invertir en propiedades radicadas en España poseen, en la actualidad, dos millones de unidades inmobiliarias aproximadamente. Pero en los últimos años se ha observado un crecimiento notable en la utilización de residencia propia, o de familiares o amigos, para el disfrute de vacaciones en nuestro país (solamente en el verano del 2006 ha crecido un 13,7%). Este crecimiento ha supuesto un incremento notable en la vivienda propiedad de no residentes que nos hace pensar en una cifra muy superior cercana a los tres millones de unidades.

La constante y continua inversión extranjera, con un crecimiento sostenido durante el último decenio, está consolidando como sector económico diferenciado el turismo residencial, que se manifiesta como puente dinamizador entre los dos sectores más importantes de la economía española: el turismo y la construcción y promoción inmobiliaria.

Además, el sector empresarial del turismo residencial provoca numerosas sinergias y, entre otras, dos efectos excepcionalmente saludables: para el sector inmobiliario, con un parque de viviendas destinadas a residencia no principal que alcanza una cifra superior a un 30% del parque total de viviendas, el sector del turismo residencial supondrá un elemento estabilizador de la demanda inmobiliaria, si finalmente se produce el cambio del ciclo para la demanda interior de viviendas y se inicia la desaceleración de la demanda de viviendas destinadas a residencia principal en nuestro país.

Para el sector turístico, la mayor incidencia de la modalidad de turismo residencial supone una fijación de la demanda con un efecto directo en la fidelización de los clientes y la desestacionalización de la misma. Así lo ponen de manifiesto datos que demuestran que el 60% de los turistas que visitan anualmente España (más de 58 millones) repite su lugar de destino por tercera vez.

Nadie duda de la importancia del sector inmobiliario en España, ya que junto con el de la construcción residencial efectúa una aportación al PIB que, dependiendo de los indicadores utilizados, oscila entre el 12% y el 15% y aporta aproximadamente el 15% de los empleos generados en nuestro país. Por otra parte, si se produce una desaceleración tanto en la actividad inmobiliaria como en la construcción, nadie duda que se producirían efectos inducidos en cadena que se extenderían negativamente al empleo, al consumo de los hogares y al resto de la economía. En este sentido, si se cumple un escenario de desaceleración de la demanda, reduciendo aproximadamente en un tercio la edificación residencial hasta dejar la cifra de nuevas viviendas en 450.000 por año, el turismo residencial pasaría a ocupar una tercera parte de la demanda inmobiliaria española, sirviendo de amortiguador y paliando la desaceleración de la demanda interior.

El valor global del mercado, es decir la inversión de compra de viviendas en los mercados nacional y extranjero, sin incluir el gasto de los no residentes y considerando una cifra anual de 150.000 viviendas, supone un valor equivalente a la de los ingresos por turismo en España, unos 45.000 millones de euros.

Según fuentes de la Oficina Económica de Presidencia de Gobierno, se ha producido un boom de inversión en vivienda residencial. Esto ha atraído una demanda adicional de bienes y servicios que ha provocado un impacto directo positivo a corto plazo sobre distintos sectores: comercio interior, servicios auxiliares, muebles y enseres.

La estacionalidad es uno de los problemas del sector turístico y el turismo residencial ha reducido la estacionalidad en las estancias y en los ingresos, con el consiguiente impacto positivo en muchos sectores, en particular el empleo.

Recordemos que la inversión residencial extranjera ha supuesto una inyección de 100.000 millones de euros o lo que es lo mismo: el 11% del PIB.

Manuel Gandarias. Presidente de Live in Spain

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