Cuando el souvenir es la lámpara y los vasos del hotel
Casi la mitad de los huéspedes de los hoteles reconoce llevarse algún objeto de la habitación en la que se aloja. El surtido de jabones, perfumes y champús que el hotel deja en el cuarto de baño es más habitual que termine en la maleta del viajero que consumido. Pero más allá de este acto, casi reflejo, resulta que hay un 38,87% de huéspedes que carga la maleta, de vuelta a casa, con vasos, abrelatas o las lámparas de la habitación.
Según una encuesta realizada por Hotelclub.com entre los clientes de los hoteles que se pueden encontrar en esta web, las tentadoras botellitas del minibar acompañadas del clásico paquete de cacahuetes no goza de la aceptación que se le podría presumir y sólo un 1,89% de los encuestados afirma llevárselas sin declararlo al hotel. Eso sí, como el abrebotellas no esté adherido a la nevera, terminará en el hogar del turista. Algo parecido ocurre con toallas y albornoces. Estas prendas, que pasan por claro objeto de deseo, sólo son una tentación para el 7,55% de los huéspedes, por lo que la mayoría suele hacer caso de la clásica advertencia 'esta prenda no es un suvenir y si desea un albornoz están disponibles en la tienda del hotel'.
Los hoteles, conscientes de estos robos, terminan optando por varias vías. Como ya saben que más de la mitad de los clientes se lleva los accesorios del baño, en lugar de usarlos en el propio hotel, los convierten en objetos publicitarios. Pero para defender el mobiliario y los elementos decorativos, los establecimientos optan por reforzar su sujeción hasta llegar, en ocasiones, a situaciones algo absurdas, como que un secador de mano esté atado a un cajón del dormitorio donde no hay espejo.