Bases económicas del 'caso Litvinenko'
La tensión entre Gran Bretaña y Rusia se ha acentuado a causa del caso Litvinenko. Este acontecimiento está provocando ríos de tinta e incluso se está considerando como indicador del inicio de una nueva guerra fría entre Occidente y Rusia. El hecho sucedió a finales del año pasado, cuando Alexander Litvinenko murió por contaminación con Polonio-120. Se han argumentado diversas teorías entre las que destacan dos. En primer lugar, que fue envenenado con Polonio por los servicios de seguridad rusos porque estaba revelando secretos internos rusos. En segundo lugar, que se contaminó cuando estaba traficando con Polonio, material que se utiliza en detonadores de explosivos, aspecto que se combina con su reciente conversión a la religión musulmana. Independientemente de la causa real, parece que las autoridades británicas se están inclinando por la primera versión y han solicitado la extradición del presunto asesino, Andrei Lugonoy, ciudadano ruso que se encuentra en Rusia. El Kremlin ha rechazado tal exigencia británica porque transgrede directamente la Constitución rusa. La negativa rusa ha tenido como respuesta la expulsión de cuatro diplomáticos rusos de la embajada en Londres y un aumento en las tensiones diplomáticas entre ambos países.
En principio llama la atención la abrupta respuesta británica, puesto que con anterioridad Moscú había solicitado a Londres la extradición de 21 ciudadanos rusos que viven en Gran Bretaña y que gozan del estatuto de refugiados políticos, y Londres había rechazado la petición por el mismo motivo que ahora argumenta el Kremlin. En este contexto, que Moscú rechace la extradición de Lugonoy puede ser entendido muy bien por Londres, dentro de sus propios parámetros de comportamiento y, por consiguiente, no requeriría medidas extraordinarias. Por eso habría que buscar las causas reales de la reacción británica en otros ámbitos.
Una parte de los argumentos reales se explican por razones económicas. En primer lugar se encuentra la defensa de las posiciones económicas de las empresas británicas en Rusia. Recientemente se ha acosado a la petrolera británica BP (TNK-BP) en Rusia. æpermil;sta había conseguido el control sobre uno de los yacimientos más grandes del mundo de gas (Kovytka) en Siberia Oriental. Progresivamente ha tenido que ir cediendo espacio a Gazprom y cada vez es más incierta la participación de BP en ese yacimiento de gas. Por otra parte, el Kremlin trata de desplazar a Shell en los yacimientos en el extremo oriente ruso (Sajalín-2). Así pues, la conducta de Londres pretende apoyar las posiciones de estas petroleras británicas, que se encuentran en una posición de gran debilidad.
El segundo ámbito donde Londres pretende sacar réditos económicos es a través del apoyo a la política norteamericana contra Rusia, pero también para debilitar la cohesión de la UE. Recientemente EE UU ha aumentado la presión sobre Rusia, debido a que este país está disintiendo cada vez más de la voluntad de Washington, como por ejemplo la excesiva proyección energética rusa hacia Asia central o las discrepancias sobre Irán. No menos importante es la pretensión norteamericana de romper la cohesión europea. Washington está urdiendo una estrategia de generación de conflictos dentro de la UE, que se está centrando en dos ejes esenciales. En primer lugar, el establecimiento de un escudo antimisiles en Europa, en concreto en Polonia y Chequia, sin consultar a la UE. En segundo lugar, a través del eslabón británico, utilizando como justificación el caso Litvinenko. Es previsible que la conducta británica, en sintonía con los intereses norteamericanos sea premiada con el acceso a contratos o ventajas económicas futuras con empresas del Reino Unido en EE UU. A este respecto, a finales de julio la compañía Boeing fue designada como coordinadora del establecimiento del mencionado escudo antimisiles norteamericano y sería previsible que las empresas británicas consigan contratos vinculados a este sistema de defensa.
Así pues, el caso Litvinenko es, simplemente, un hecho coyuntural que está siendo utilizado por Londres para llevar hacia delante sus intereses económicos. Definitivamente, más que una respuesta política al caso Litvinenko, la conducta británica ha de verse como un mecanismo para defender los intereses de las empresas británicas en Rusia, así como un acercamiento a EE UU en unas condiciones en las que la UE está tratando de reconstruir un cierto orden interno, que limitará los privilegios británicos actuales.
Antonio Sánchez Andrés. Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Valencia