Más de un siglo de vivencias
Cien mujeres y hombres españoles explican, en un libro recientemente publicado por la Fundación Pfizer, cómo han sido sus cien años de vida y cómo han conseguido vivir tanto
Pepe nació hace cien años en una familia obrera de un pueblo de la provincia de Barcelona. Aún es capaz de caminar por su propio pie sin ayuda alguna y vive en su casa con su mujer y su hija. Pepe ha tenido la posibilidad de contemplar la impresionante evolución de la sociedad a lo largo del último siglo y guarda en su memoria el recuerdo de grandes acontecimientos: la guerra civil, la llegada del hombre a la luna, la revolución tecnológica, la consolidación de la democracia española... Muy poca gente puede decir eso, ya que la media de esperanza de vida española, según el instituto nacional de estadística, es de unos 80 años.
El testimonio de Pepe ha sido recogido por la Fundación Pfizer, institución vinculada al laboratorio del mismo nombre que impulsa diferentes investigaciones para hacer más llevadero el envejecimiento, en un libro recientemente publicado. Allí está también la vida de otros 99 españoles, 80 mujeres y 19 hombres, que han conseguido alcanzar de forma saludable la destacada edad de cien años. En España ya hay 10.000 españoles centenarios, según datos del INE.
Pepe no tiene, ni ha tenido, familiares longevos. Tampoco Antoñita, otra de las protagonistas del libro y nacida en La Coruña. Ni Balbina, que aún puede caminar por si misma con ayuda de un bastón. O María, asturiana. Esto demuestra que no sólo los genes determinan cuánto vivimos las personas. Precisamente eso es lo que intenta reflejar el libro Los 100 de los 100, editado por Fundación Pfizer, cuáles son los factores no genéticos que intervienen en la longevidad de los individuos.
Pepe, Antoñita, Balbina y María pertenecen, cada uno, a un tipo potencial de longevo, según la tipología que maneja la fundación. Todos ellos tienen características propias que les han dado fuerzas suficientes para seguir viviendo, pero también atributos comunes que permiten llegan a la conclusión de que éstos son básicos para alcanzar una edad considerable. Todos comparten una alimentación sana y la realización de alguna actividad, ya sea física o lúdica.
Pepe nos cuenta: 'Como de todo, menos lo que no me gusta, hago gimnasia cada mañana cuando me levanto, me cuido...' æpermil;l pertenece al perfil inquieto, cuyas ganas de superarse a sí mismo le ha dado fuerzas y motivos importantes para lograr los cien años. Antoñita, por su parte, es una persona resolutiva, que ha conseguido mejorar su situación a lo largo de su vida con tesón a pesar de haberlo tenido muy difícil, ya que se quedó huérfana a los 14 años. Explica: 'Sé leer, aunque escribo mal. Tuve que limpiar tiendas desde los ocho años y no pude ir a la escuela'. Balbina, en cambio, es, según el libro, una superviviente, pues que tuvo que empezar a trabajar desde pequeña para poder mantenerse. Ella recuerda que trabajó mucho para la familia cuidando el ganado y 'trajinando' en casa, por lo que no aprendió mucho en la escuela.
El perfil al que pertenece María es el que actualmente englobaría a la mayoría de españoles, el de las personas acomodadas. æpermil;stas tienen un cierto nivel socioeconómico y cultural y en muchas ocasiones han desarrollado actividades laborales de carácter intelectual. María, viuda de un abogado, tuvo una vida desahogada que le permitió dedicarse a cuidar de sus hijos. 'Toda la vida me dediqué a la casa y a los hijos', cuenta, 'he guisado muy bien. ¡Qué se lo pregunten a mi hijo!'. El libro enseña, sobre todo, que para vivir más tiempo se debe poseer alguna ilusión o aliciente que nos permita disponer de responsabilidad y fuerza de voluntad para esforzarnos con el fin de seguir viviendo.
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Superviviente. Sentido del deber y la responsabilidad
Este perfil de personas habita en medios rurales, lo que favorece un contacto continuo con la naturaleza, es decir, un entorno poco contaminado. Paco, que aún puede caminar por su propio pie con la ayuda de un bastón, nos cuenta: 'Vivíamos en el campo y teníamos el río delante de casa'. Sin embargo, el nivel de escolarización de las personas como Paco no es muy alto, pues su vida se ha centrado casi exclusivamente en el trabajo para poder sustentarse. 'Yo trabajé mucho, mucho, mucho... Yo viví siempre bien porque era trabajador. Conseguí que estudiara mi hijo y sacarle adelante', recuerda. Paco acepta la vida que le ha tocado vivir y se siente muy satisfecho.
Acomodado. Gozaron de disfrute y tranquilidad
Su nivel socioeconómico y cultural es medio o alto. Por ello han podido realizar trabajos de carácter intelectual, lo cual les ha aportado satisfacción personal. Emma nació en Madrid hace 100 años y recuerda: 'El médico le dijo a mi madre que yo viviría poco tiempo y... ¡ya ves, 100 años!. Hice la oposición de maestra y me llamaban la discípula mayor. Como maestra he sido muy feliz, me encantaban los chicos'. Las personas como Emma también han tenido la posibilidad de disfrutar de tiempo de ocio en el que realizaban viajes, paseos, deporte... 'He leído y viajado mucho', dice Emma. 'Si volviera a nacer, me gustaría repetir mi vida'.
Resolutivo. Inconformista por necesidad u obligación
Caracterizados por lograr mejorar las circunstancias económicas y personales a lo largo de su vida con perseverancia y confianza, son personas que no han tenido una infancia fácil y cuyo nivel socioeconómico es medio o bajo. Antonio, que conserva intacta la memoria y puede ordenar excelentemente sus pensamientos, relata: 'Me he dedicado a sobrevivir. Me ha costado conducir mi vida'. 'Hasta los 17 años trabajé para mi padre' y cuenta, 'por necesidad de subsistir, a los 17 años me puse a trabajar de aprendiz de albañil'. A pesar de que su niñez la pasase aterrorizado y su adolescencia torturado, la razón por la que cree que ha vivido tanto es por 'un intensísimo amor por la vida'.
Inquieto. En busca de la realización personal
Al igual que el anterior perfil, su nivel socioeconómico y cultural es medio o bajo. Sin embargo, sus circunstancias personales y laborales les favorecen, de manera que desarrollan ganas de avanzar a favor de sus principios e ideales. Dolores, de La Coruña, nos dice de su infancia: 'Me crié en una casa de labranza. No éramos ricos, pero éramos una gente feliz. Mis padres eran muy buenos'. También cuenta como, gracias a su afán de superación en el trabajo, consiguió mejorar su nivel de vida: 'A mí me gustaba que, cuando mis hijos fueran a casa, tuvieran buenas camas, buenos colchones y buena ropa... ¡y lo conseguí! No estaba estudiada, pero era espabilada'.