El mercado español de ETF entra en otra dimensión
Mañana cotizarán tres fondos vinculados a Wall Street DASDASDSADASD
El 20 de julio de 2006, la campana virtual de la Bolsa de Madrid daba la bienvenida a los fondos cotizados. Con una exitosa trayectoria fraguada en parqués estadounidenses y europeos, los ETF (en sus siglas en inglés, Exchange Traded Funds) aterrizaron de incógnito y con una oferta escasa para el inversor. Pero llegaron para quedarse. La Bolsa española se ha rendido a los ETF porque permiten entrar de forma sencilla a mercados de difícil acceso. 'Es uno de nuestros productos favoritos', reconoce Beatriz Alonso, directora de calidad de mercado de Bolsas y Mercados Españoles (BME). El reto es diversificar la oferta para seducir también al inversor. 'Ya se ha acabado la etapa de rodaje', asegura.
Los ETF son fondos de inversión que replican el índice al que están vinculados, con la particularidad de cotizar y actuar en Bolsa igual que una acción. Mañana empezarán a cotizar tres nuevos ETF de la mano de Lyxor, gestora de fondos cotizados filial del grupo Société Générale. Estos fondos se unirán a los cinco que hasta ahora cotizaban en España, tres de ellos referidos al índice Ibex 35 y dos al Euro Stoxx 50. Pero los nuevos ETF apuntan más alto. Y más lejos. 'Lo importante este año era educar al inversor y por eso hemos ofrecido ETF muy básicos. El siguiente paso son los fondos vinculados a países emergentes y a otras zonas geográficas de más difícil acceso', señala Adrián Julià, director de productos cotizados de Société Générale. Uno de los nuevos fondos estará vinculado al índice CECE de Europa del Este. Y los otros dos lo harán con el Dow Jones y el Nasdaq, desmarcándose por primera vez de la estela de los índices europeos.
El sector encara su segundo año con trazas de una gran expansión. BME ha concedido ya otras cinco licencias para emitir ETF vinculados a índices hispanoamericanos que, aseguran, empezarán a cotizar antes de que acabe este mes. Para septiembre entrarán nuevos ETF, ligados a renta fija, y también nuevos emisores, como Barclays. 'Alcanzaremos el nivel de otros países rápidamente', confían desde BME. Adrián Julià matiza este optimismo: 'España empezó tarde en este mercado. Las distancias se están reduciendo pero todavía nos queda bastante recorrido'. En Italia, por ejemplo, los ETF se lanzaron en 2001. El proceso en el mercado español está siendo más dinámico, asegura Julià, y su explosión es inminente. La gestora prevé terminar el año con quince ETF cotizando en España.
Tras un año de consolidación, los emisores de fondos cotizados consideran que el mercado español está maduro para abrir nuevas variantes. La fórmula de los ETF permite múltiples posibilidades, pero el inversor corre el riesgo de atragantarse con una operativa a la que no está acostumbrado. Las emisoras de ETF están marcando mucho los pasos para que el inversor se familiarice con el producto: a corto plazo, el objetivo es diversificar con ofertas similares a la actual aunque de mayor cobertura geográfica. La segunda etapa se abre mañana, y seguirá con la emisión de ETF de renta fija y otros de materias primas. 'El siguiente paso serán fondos que repliquen estrategias de inversión', apunta Julià, 'pero eso ya es otra historia'.
Inconvenientes frente a los fondos de inversión
'El inconveniente de los ETF es el tratamiento fiscal que reciben en España', advierte Fernando Luque, de la firma de análisis de fondos Morningstar. Los ETF operan como un híbrido entre una acción y un fondo de inversión. Para que sea posible su cotización en Bolsa, están sujetos al peaje fiscal propio de las acciones: el traspaso de un ETF a otro está sujeto a tributación, carga que en los fondos tradicionales sólo se aplica en su liquidación final. 'Esta fiscalidad los discrimina negativamente ante los fondos de inversión', remarca Luque, 'porque condiciona a la baja su rentabilidad'.