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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Oxígeno hasta las elecciones

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sorprendió este viernes a propios y extraños con una remodelación del Gabinete que afecta a cuatro ministerios y que tiene una lectura política obligada porque se produce pocas horas después de haber salido triunfante en el Debate del Estado de la Nación y a nueve meses escasos de las elecciones generales, que ya cabe dar como seguras en el mes de marzo del año que viene. La salida de María Antonia Trujillo, Jordi Sevilla, Elena Salgado y Carmen Calvo de las carteras de Vivienda, Administraciones Públicas, Sanidad y Cultura no se pueden atribuir, en buena lógica, al supuesto castigo por una mala gestión.

No ha sido así, sobre todo, en los tres primeros departamentos, teniendo en cuenta las dificultades que sus responsables han tenido que afrontar para sacar adelante proyectos tan complejos como la nueva Ley de Suelo, un auténtico hito en la ofensiva del Gobierno central contra la especulación urbanística, la introducción de la Administración electrónica, que marcará un antes y un después en la relación de los ciudadanos con quienes les gobiernan, o la nueva política de reducción del gasto farmacéutico, sin precedentes en los objetivos conseguidos.

Descartada, pues, una remodelación generada por la ineficacia de los ministros cesados, hay que mirar al momento político en el que se produce, con un Gobierno decidido a explicar mejor su gestión, a recuperar la iniciativa y a intentar retirar de la agenda los dos focos de polémica sobre los que el PP ha hecho descansar desde 2004 su tarea de oposición: las reformas territoriales y la lucha antiterrorista.

La tesis de unos cambios movidos por la necesidad ciertamente acuciante de exhibir con mayor acierto la labor que se realiza día a día en algunos de los ministerios más sensibles al sensor electoral queda también fortalecida por un hecho obvio, como es que el núcleo fuerte del Gabinete, tanto el económico como el político, se mantiene intacto. El vicepresidente Pedro Solbes y la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega seguirán siendo los principales conductores de la política gubernamental hasta el final de la legislatura a medida que gana peso también el protagonismo del propio Zapatero, realmente crecido tras su éxito frente a Rajoy en el debate parlamentario que finalizó el jueves.

La crisis de Gobierno, que no tiene parangón con los tres pequeños ajustes anteriores que realizó el presidente en abril, agosto de 2006 y en febrero pasado, asoma también nuevas incorporaciones al Consejo de Ministros que pueden dar juego político en el futuro. La principal es la de Carme Chacón, nueva responsable de Vivienda y principal cabeza visible del socialismo catalán en Madrid después de promover a José Montilla a la presidencia de la Generalitat.

El paso de Elena Salgado a Administraciones Públicas revela también la confianza que Zapatero deposita en su faceta de buena gestora. El acierto de colocar al hasta ahora director del Instituto Cervantes, César Antonio Molina, al frente de Cultura y al afamado investigador Bernat Soria en la cartera de Sanidad tendrá que pulsarse con el tiempo, pero su popularidad, en principio, aporta valor añadido al Ejecutivo.

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