Revés a la inmigración
En el campo de California, los restaurantes de Nueva York, las procesadoras de carne de Tejas y las obras de Florida se cuentan por decenas de miles los inmigrantes ilegales. Se calcula que en todo EE UU hay 12 millones, y la mayoría, hispanos. Esta semana, ellos, y los empresarios que los contratan -haciendo la vista gorda o no-, perdieron la esperanza de solventar su situación.
Tras años de idas y venidas y meses de acaloradas negociaciones, el pasado jueves, la que se consideraba como la reforma más compleja y ambiciosa de la ley de inmigración desde 1986 murió en el Senado. Con esta ley no sólo se trataba de regularizar a los 12 millones de indocumentados, también se preveía el reforzamiento de las fronteras y un plan de visados, entre otras cosas.
Pero no pudo ser. El jueves algunos demócratas se unieron a una mayoría republicana para echar por tierra una ley que veían como una amnistía y poco más. Y ya no hay momento ni voluntad de volver a recuperar el proyecto. Milagros aparte, la inmigración tendrá que esperar a la próxima legislatura.
Con su hundimiento se va a pique también el único proyecto de política nacional que podría ser viable con un Congreso demócrata del cada vez más debilitado George Bush. El presidente, que defendía esta ley, se ha erigido como representante de un ala del Partido Republicano pragmático, representado por la clase que tiene el poder económico, y que ha enfrentado sus intereses al de los conservadores sociales.
La campaña de los conservadores, que ha salido victoriosa, ha logrado convencer a muchos legisladores (de ambos partidos) que se enfrentan a la reelección en 2008. Y ha sido incesante. El programa de Lou Dobbs en la CNN, que machaconamente dedica desde hace años casi el 100% de su tiempo a lo que este periodista llama 'broken borders' (fronteras rotas), ha sido un referente de la lucha contra la ley. Así, por primera vez muchos republicanos han probado el poder del desgaste de la populista maquinaria mediática conservadora de la radio en la que en otras ocasiones se han apoyado para acabar con iniciativas demócratas.
Algunos senadores como el republicano Mel Martínez, que estaba a favor de la reforma, han recibido amenazas.
Uno de los promotores de la ley, el senador demócrata Edward Kennedy, se preguntaba enfadado: 'Sabemos lo que no les gusta, pero ¿qué proponen? ¿Qué van a hacer con 12 millones de indocumentados? ¿Mandarles a sus países? ¿Montar una Gestapo y perseguirles? ¿Cuál es su alternativa?'.
Alternativas las hay. Quienes han hecho la campaña contra la reforma se han quejado de que la actual situación se debe a la amnistía de 1986 y a que no se han aplicado las leyes en vigor. Ello ha creado un limbo legal que protege a los inmigrantes indocumentados y desprotege al país. Por eso quieren nuevas leyes y que se apliquen.
Y se hará a nivel local. Además de las iniciativas ya aprobadas, este año hay más de 1.000 proyectos de ley por debatir en los congresos de los estados. La mayoría de las leyes restringen la capacidad de los inmigrantes para conseguir trabajo, casa, carné de conducir o educación. Además, muchas permiten que las autoridades locales investiguen y deporten a los indocumentados. Primero fuera del estado y luego fuera del país.
Esa es la respuesta a las preguntas de Kennedy.