Europa se hace en comunidad
La Cumbre Europea que se inicia hoy en Bruselas marca el final de la presidencia de Alemania, que cede el testigo a Portugal. El autor hace balance de los logros de este semestre, que considera muy positivo, gracias sobre todo al empeño de la canciller Angela Merkel.
Al margen de lo que ocurra en la cumbre que hoy se inicia en Bruselas, con la que Alemania terminará el semestre de su presidencia, hay que reconocer que, con lo realizado hasta aquí, el semestre ha sido muy positivo para renovar el interés por el proyecto europeo y avanzar en su realización.
Este éxito se debe de un modo muy particular a la canciller Angela Merkel que, en contra de lo que se podía esperar por las declaraciones de su campaña electoral, se ha demostrado una digna continuadora de sus predecesores y grandes impulsores del proyecto europeo en la coalición democristiana CDU: Konrad Adenauer y Helmut Kohl, su mentor e introductor en la tradición política de la RFA.
En el discurso que pronunció Merkel ante el Parlamento Europeo, al comienzo del semestre que iba a presidir, recordó los valores que identifican la UE y enumeró, con realismo y precisión, los problemas que le plantea el nuevo contexto internacional de la globalización para concluir que, en estas circunstancias, era de vida o muerte retomar el tema de un nuevo Tratado para hacer operativa la UE, partiendo del convencimiento de que Europa sólo puede lograrse con la colaboración de todos, razón por la cual se escogió como lema del semestre Europa se hace en comunidad.
Salir de la actual parálisis institucional depende de todos y, si no se consigue avanzar, las consecuen-cias pueden ser graves
Entre los logros ya conseguidos, y que es de esperar culminen con la aprobación de la hoja de ruta para el nuevo Tratado que se propondrá en la Cumbre de Bruselas, nos parece que se ha de destacar el programa para garantizar la disponibilidad de energía y para hacer frente al cambio climático, aprobado en la Cumbre de Primavera. Junto a estos temas, que responden a los desafíos más inmediatos, en las conclusiones del Consejo Europeo del 8 y 9 de marzo se propusieron nuevas medidas para reforzar el dinamismo de la Estrategia de Lisboa para el crecimiento económico y la creación de empleo y su concreción por cada Estado miembro en los programas de reformas que han de presentar anualmente.
La base ideológica en la que se fundamentan estas medidas, y las que a lo largo de los 50 años de su existencia se han ido sucediendo en la configuración de la actual UE, fueron expuestas con brillantez y realismo en el discurso que pronunció la canciller el 25 de marzo para conmemorar la firma del Tratado de Roma. En sus palabras ya se refleja la lamentable actitud del Gobierno de Polonia y del premier británico que, como tantas veces ha ocurrido en la historia comunitaria, por manifestar su desacuerdo con el texto de la Declaración de Berlín, consiguieron que en vez de firmarla los jefes de Estado y de Gobierno lo hicieran únicamente las máximas autoridades de la presidencia semestral, la de la Comisión y la del Parlamento Europeo.
Otra novedad de este semestre, menos popular pero no por ello de menor importancia, ha sido la formalización de la llamada troica presidencial, por la que ya en el mes de diciembre, cuando se preparaba el programa para el semestre de la presidencia alemana, la canciller se reunió con los presidentes de Portugal y Eslovenia, que se encargarán de la presidencia de la UE sucesivamente en los dos semestres siguientes, para garantizar que iniciativas que no se puedan consumar en el corto espacio de seis meses, como por ejemplo la actualización del Modelo Social Europeo, se continuarán en los dos semestres posteriores hasta conseguir su realización plena.
Finalmente, en una reciente declaración sobre esta cumbre, la canciller ha propuesto que, en atención a los que rechazan un Superestado europeo no aparezcan en el nuevo Tratado connotaciones de tipo estatal. Sobre el tema del sistema de votación, que tanto preocupa a los polacos, la canciller duda que se pueda solucionar en este Consejo pero cree que se ha de trabajar por encontrar una solución favorable a Europa.
Por último, para fortalecer la capacidad operativa de la UE considera que han de quedar mejor definidas las competencias entre los Estados y la Unión. Salir de la parálisis institucional actual depende de todos, y si no se consigue avanzar las consecuencias pueden ser graves para el futuro de Europa.
Eugenio M. Recio . Profesor honorario de Esade