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Negociaciones

Polonia suaviza su oposición al Tratado de la UE, pero Londres mantiene el pulso

El duro de los Kaczynski mostró ayer su cara más amable en las negociaciones para el futuro Tratado de la UE. En una entrevista concedida a Reuters, el primer ministro polaco, Jaroslaw Kaczynski, afirmó que 'entendemos que no podemos parar el proceso, sería demasiado arriesgado para el futuro'.

La aparente claudicación aumenta sensiblemente las posibilidades de éxito para la presidencia alemana de la UE, que entre hoy y mañana intentará cerrar un acuerdo sobre una reforma del Tratado comunitario que sustituya a la frustrada Constitución europea.

Polonia había amenazado con vetar el compromiso si no se renegociaba el sistema de votos pactado en 2004. Varsovia parece ahora conformarse con un retraso en la aplicación del nuevo sistema de votos (previsto para 2009) y la introducción de alguna salvaguarda que beneficie a los países medianos desde el punto de vista de la población.

En otro gesto de apaciguamiento, Polonia anunció que a la cumbre europea asistirá el presidente, Lecha Kaczynski. 'Hubiera ido yo si se hubiese tratado de vetar', reconoció el primer ministro en una entrevista con el diario alemán BID.

A pesar de todo, Berlín, optó por la prudencia. 'No se ha visto ningún deseo de colaboración en las últimas semanas', señaló la presidencia en una comparecencia retransmitida en Bruselas desde la capital alemana.

La situación comenzará a clarificarse hoy a partir de las siete de la tarde, cuando los 27 líderes, incluido el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, se sienten a cenar en la sede del Consejo Europeo en la capital belga.

El proyecto de conclusiones elaborado por la canciller alemana, Angela Merkel, abandona 'el concepto constitucional' y 'los símbolos de la UE (bandera, himno o divisa)'. Pero mantiene el valor jurídico de la Carta de Derechos fundamentales y la creación de un servicio diplomático comunitario.

Reino Unido mantiene su oposición a ambos puntos. Y el primer ministro, Tony Blair, llega a su última cita europea bajo la sombra de un Gordon Brown que no parece dispuesto a ceder.

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