'Los empresarios no saben qué quieren de la Universidad'
Dice que el secreto para permanecer en un cargo es no desearlo. Debe de ser cierto, porque durante 14 años fue decano de la facultad de Económicas y Empresariales y acaba de validar su segundo mandato como rector
Su discurso es relajado, curtido y didáctico. Carlos Berzosa, madrileño, de 61 años, ocupa desde hace cuatro años el sillón del rectorado de la Complutense de Madrid, la mayor universidad presencial de España, en la que ha acometido una importante labor: sanear sus cuentas, y con la que mantiene por encima de todo un compromiso de servicio a la comunidad educativa. Aunque advierte que sólo persigue ser un buen docente.
¿Qué objetivos tiene en este segundo mandato como rector?
Creo que todas las universidades tenemos, en estos momentos, un objetivo común, que es adaptar los planes de estudio a las titulaciones de grado determinados por el Espacio Europeo de Educación Superior, que entra en vigor en 2010. Es un desafío considerable porque tenemos más de 70 titulaciones y debemos afrontar cambios en la metodología docente. Otros retos son hacer un mayor esfuerzo en temas de investigación y atraer a un mayor número de profesores extranjeros para impartir docencia y para tirar de la investigación. Debemos atraer a más alumnos extranjeros, aunque en esta universidad tenemos más de 7.000 alumnos extracomunitarios sobre 80.000. En el Programa Erasmus somos los que más estudiantes atraemos después de Granada. No podemos dormirnos, tenemos que seguir trabajando.
¿Qué planes tiene para seguir apostando por la investigación y la innovación?
Hemos avanzado mucho, y tiene mérito porque lo hemos hecho con menos recursos que otras universidades europeas. Hay todavía mucha distancia entre el mundo empresarial y el universitario. La investigación que se hace en España se hace en las universidades. Las empresas investigan muy poco. El problema que tenemos es nuestra dificultad para vincular esa investigación al mundo empresarial. Desgraciadamente, las empresas no miran a la universidad. Y las universidades investigan, pero no tienen en cuenta la innovación. La investigación ha de estar siempre vinculada a dar respuesta a los problemas de la sociedad. Todavía hay mucha distancia entre la Universidad y la sociedad civil. La Complutense tiene con la Universidad Autónoma de Madrid un Parque Científico, cuya finalidad es promover la investigación y transformar sus resultados en innovación tecnológica e industrial. Es un proyecto que va dando sus frutos, pero va despacio. En este terreno se pueden hacer todavía muchas cosas.
¿Por ejemplo?
El Gobierno central, las comunidades autónomas y la municipalidad deben trabajar conjuntamente porque el futuro está en la investigación y hay que dotarla de recursos. España no puede depender de la tecnología externa y de la construcción. Y para ello es necesario que las instituciones y las empresas se acerquen a la Universidad. Por otro lado, la Universidad no puede ser elitista, ni debe mirarse el ombligo. Se trata de un esfuerzo a tres bandas. æpermil;ste es un trabajo que no se arregla en dos o tres días. También es cierto que el mundo empresarial es reacio a la investigación. Las multinacionales investigan en su país de origen, y las pequeñas y medianas empresas no tienen capacidad para ello. En el caso de las empresas españolas, son los sectores de la banca o de telecomunicaciones los que mayor esfuerzo hacen, pero no existe una apuesta por la investigación universitaria. Sale más barato comprar una patente. La Universidad debería acercarse a la sociedad, pero los gobernantes saben que la I+D+i no da votos, da muchos más el ladrillo.
También es cierto que los empresarios se quejan siempre de que la universidad no forma a sus titulados con las capacidades necesarias para incorporarse al mundo laboral.
La Universidad puede que sea demasiado teórica y poco práctica. Se trata de una queja permanente. Lo mismo ocurre en Estados Unidos. No es sencillo saber lo que demandan los empresarios, pero sí que formamos a los alumnos con capacidad para pensar, analizar y asimilar. La práctica se aprende con el día a día, lo que enseña la universidad no se aprende en ningún otro sitio. He preguntado, en alguna ocasión, a empresarios qué es lo que necesitan de los titulados y no han sabido decirme nunca qué habilidades requieren.
¿Qué nota le pondría a la universidad española?
En relación con el país en el que vivimos, un siete. Cuando se hacen encuestas, la Universidad es la institución que sale mejor parada, a pesar de la falta de recursos y lo masificada que está. Creo que, en general, preparamos bien a los licenciados.
Sin embargo, muy pocas universidades españolas destacan en los rankings internacionales. Por el contrario, tres escuelas de negocios españolas se encuentran entre las de mayor prestigio mundial.
Las universidades no salen mejor posicionadas porque la investigación es un indicador clave, y las extranjeras tienen buenos investigadores. En España veníamos de muy abajo y es necesario analizar de dónde partimos. Lo que hemos hecho ha sido con menos recursos que otros países. En el mundo anglosajón hay mucha más tradición investigadora. Y los trabajos de investigación y de ciencias se deben publicar en revistas en inglés, pero en ciencias sociales y en humanidades no se puede hacer, sólo se publican en castellano y eso no puntúa tanto.
Pero ocurre que todo currículo académico adquiere prestigio no con el título universitario sino con el MBA Máster en Dirección de Empresas que se estudia en una escuela de renombre.
El MBA les da a los alumnos una visión pragmática, también es un forma de encontrar empleo y de conocer gente que luego te puede servir como red de contactos. El máster no es una formación teórica, sino práctica y el camino para entrar en el circuito laboral. En ese sentido, las universidades fuimos lentas y tardías. No había tradición de cursos de posgrado y hemos llegado tarde, pero tenemos que remediarlo.
También es una forma de dar entrada a otra vía de financiación, ya que los rectores siempre están denunciando la falta de recursos.
Las universidades cada vez tenemos más acuerdos con empresas. Por ejemplo, la Politécnica de Cataluña tiene una fuente de ingresos importante por esta vía, pero también es cierto que en esta comunidad hay una gran red empresarial. En esto hemos mejorado, pero todavía sigue siendo insuficiente, ya que el 5% de los ingresos proviene de esa vía. Es muy costoso mantener los edificios de las universidades y al personal, y sucede que el crecimiento que tenemos no hay manera de financiarlo con trabajo externo. Tampoco podemos achacar todos los males a la falta de recursos. Hay que saber gestionar lo que tenemos. Yo no me he endeudado, hemos descendido el déficit que teníamos, gastado más en investigación y mejorado los sueldos de los profesores.
Usted dirige una universidad con 80.000 alumnos, ¿no son muchos?
Tenemos muchas titulaciones y algunas muy masificadas, aunque otras han descendido. Por ejemplo, Ciencias de la Información y Administración y Dirección de Empresas tienen muchos alumnos; Derecho ha bajado, pero sigue estando masificada. Económicas ha descendido, y no sabemos a qué se debe. La juventud es muy pragmática, a pesar de que lo tiene difícil debido al mileurismo y al trabajo temporal, y elige lo que cree que va a ser mejor. El Ministerio de Educación debería estudiar por qué suceden estos cambios. Las carreras de la Salud tienen poca oferta y una demanda alta. Las ingenierías han caído un poco y las humanidades han sufrido mucho debido a las salidas profesionales. Me gustaría tener una universidad más reducida porque su gestión es compleja.
¿La Universidad ha contribuido a la casi desaparición de la Formación Profesional (FP)?
No creo que eso haya sido así, teniendo en cuenta que sólo el 30% de los jóvenes llegan a la universidad. Lo que creo que ha ocurrido es que la Formación Profesional no ha sabido responder a las demandas de la sociedad. También está mal visto que un joven no vaya a la universidad. Para muchas familias es una auténtica tragedia, y eso es lo que ha hecho que la FP haya sufrido una falta de valoración y se haya quedado como un destino para la clase media baja.
En España hay 73 universidades, entre públicas y privadas, ¿no es esta cifra excesiva?
La universidad ha crecido mucho en los últimos años y sobran universidades. Hay algunas que no tienen nivel. Es positivo para el país que haya tantas universidades, pero tienen que ser de calidad. Además han cumplido un papel importante porque España necesitaba que se difundiera la educación superior. Para las familias, en un momento determinado, era importante tener universitarios, y eso ha contribuido al gran cambio del país. Eso es un hecho que hay que tener en cuenta y valorarlo sólo en términos de elitismo. A pesar de que ha mejorado el bachillerato y la universidad, la cultura en España todavía deja mucho que desear. A España ha llegado antes el coche que el libro. Muchos alumnos pasan por la universidad, pero la universidad no pasa por ellos. Algo falla. De todas formas, la creación de universidades se ha hecho de una forma poco racional. Los políticos deberían saber que es más barato dar becas que hacer universidades. Es un gasto terrible. Se debería apostar por la calidad y no por la cantidad.
'Mi sueño como rector es dirigir una Harvard'
Sueña con dirigir una universidad como Harvard. El prestigioso campus estadounidense se ha convertido en objeto de deseo de muchos rectores. Entre ellos, Carlos Berzosa, que mira con sana envidia el orgullo que sienten los antiguos alumnos por las universidades estadounidenses en las que han estudiado, y a las que gratifican con apetitosos donativos. 'Aquí no tenemos costumbre'. Pero también admira de Harvard, y de otros centros vecinos, su mentalidad abierta. 'Entre el profesorado contaban, por ejemplo, con un economista como Galbraith John Kenneth, una persona crítica y no tan fundamentalista como los que tenemos aquí. Allí se permite la pluralidad, y cuentan con Paul Krugman, que ha escrito artículos muy críticos con el presidente Bush. En España el sistema académico no se atrevería a esto', asegura Berzosa, que echa en falta la pluralidad, el sentido crítico y el respeto.