Bolsillos que prefieren gatos en vez de liebres
Una mujer de entre 25 y 34 años, empleada sin funciones directivas o ama de casa, y perteneciente a la clase media-media. æpermil;ste es el perfil del consumidor voluntario de productos falsificados, es decir, de aquel comprador que va de compras con la firme intención de llevarse un gato en vez de una liebre.
Junto a ese comprador, exactamente en el mismo tipo de establecimiento en que éste gasta su dinero, hay otro tipo de consumidor: el que se lleva a casa un bolso o una corbata falsa sin saberlo. El perfil de este cliente cándido y de paladar poco entrenado es exactamente igual que el anterior: se trata de una mujer, de ente 25 y 34 años, empleada no directiva y de clase media-media.
La situación no cambia sustancialmente cuando se examina el perfil del consumidor que no adquiere falsificaciones, sino productos que sólo imitan -sin intentar plagiarlos- objetos de marca. Una vez más el esquema se repite: se trata de una mujer, en este caso de entre 45-54 años, empleada no directiva y perteneciente a la clase media.
Todos estos datos forman parte del estudio El consumidor ante las falsificaciones y las imitaciones, que fue hecho público ayer con motivo de la celebración del Día Mundial contra las Falsificaciones y ha sido elaborado por la Asociación Nacional de Defensa de la Marca (Andema) en colaboración con las Cámaras de Comercio. Según el informe, tras las mujeres en torno a la treintena, son los estudiantes el colectivo que más falsificaciones adquiere, mientras que jubilados y autónomos son los que menos uso hacen de estos productos. Los datos de la investigación revelan que el gasto medio por compra en este tipo de productos se sitúa en 20,66 euros y que la frecuencia de adquisición es, al menos, de dos veces al año. El 18% de los consumidores, según estos datos, admite comprar productos falsificados de forma voluntaria, un 3% menos que en 2001. Para la directora general de Andema, Soledad Rodríguez, esta variación se debe a 'la lucha de las propias empresas titulares de marca y a las actuaciones aduaneras y policiales', pese a reconocer que 'la reducción es muy baja'.
Por ocupación laboral, son los empleados no directivos quienes más compran, con un 43%; seguidos de las amas de casa, con un 23%, y los estudiantes, con un 19%. Sin embargo, los jubilados y autónomos son los más fieles a las marcas. La clase media constituye el mayor segmento de consumidores voluntarios de las falsificaciones, con un 73% del total.
Lo que ignoran los que compran falsificaciones
Uno de los grandes motivos por el que los compradores de falsificaciones realizan su elección es por 'aparentar mayor estatus', explica el estudio de Andema. En otras palabras: por llevar un Gucci por un 5% de lo que cuesta un Gucci.La realidad, sin embargo, es tozuda. No hace falta ser un experto, sino simplemente apreciar la calidad, para darse cuenta de que la piel de un Gucci ni de lejos se asemeja a la piel de una falsificación. Lo mismo puede decirse de las costuras, los herrajes y los detalles. Se ahorra dinero, es cierto, pero el estatus -desengáñese- no crece.