La penúltima copa
En más de la mitad de las sesiones de Bolsa celebradas en junio, el Ibex 35 ha oscilado más de 200 puntos entre máximo y mínimo. La volatilidad de los mercados europeos y estadounidenses ha vuelto a repuntar, aunque no ha alcanzado las cotas de febrero. La sesión de hoy promete mucha volatilidad, con vencimiento de futuros de cierre de semestre.
Aderezado este cóctel con el ingrediente del debate sobre tipos de interés, crece en el mercado la sensación de que la Bolsa está en un punto de no retorno. En un cruce de caminos de cuyo resultado dependerán los próximos meses, pues las fuerzas al alza y a la baja son poderosas, y las posiciones de los gestores de fondos parecen vulnerables a los cambios de sentimiento, pues no están excesivamente sesgadas hacia ningún sentido.
Episodios similares se han vivido en los mercados financieros desde el año pasado, y no son sino el reflejo de un ciclo bursátil que va madurando. Son indiscriminadas y, por lo tanto, burdas y toscas. No distinguen la paja del trigo, pero su papel no es ser brújula, sino barómetro. El desplome de las inmobiliarias al hilo de Astroc no es sino una de esas señales; el reflejo violento de una tensión larvada en los comités de inversiones y en las charlas de café de los bolsistas.
Hasta el momento, el mercado ha respondido con entereza a estas amenazas. Ha retomado la senda alcista sin caer en el pánico comprador y marcando máximos a un ritmo alto pero razonable. ¿Qué es distinto esta vez? Que hay un nuevo actor, los tipos de interés. Y, sí, es cierto que los tipos de interés llevan muchos años subiendo en Estados Unidos y algo menos en Europa.
Pero la diferencia entre las ganancias y las pérdidas no la marca la realidad, sino la percepción de la realidad en los cambiantes ojos del mercado. La diferencia está en si los gestores, analistas y estrategas consideran que la fiesta ha terminado o creen que todavía se pueden tomar la penúltima copa.