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Política

Zapatero y Rajoy aproximan posiciones en La Moncloa

El líder del PP, Mariano Rajoy, cambió ayer de posición el carrete con el que ha pescado en río revuelto desde el inicio del frustrado proceso de paz y recogió hilo. Lo hizo en el Palacio de La Moncloa, después de reunirse hora y media con José Luis Rodríguez Zapatero para analizar el duro escenario que se abre tras la ruptura de la tregua de ETA. Le prometió al presidente del Gobierno su apoyo para acabar con la organización armada, aunque en el PSOE y en el Ejecutivo permanecen las dudas sobre si este compromiso implica sacar definitivamente la política antiterrorista de la pugna electoral.

Antes de trasladarse a La Moncloa, Rajoy abordó con su equipo los criterios que iba a trasladar a Zapatero y la forma en que iba a comunicarlos a la opinión pública en la sede nacional de su partido. Tenía tan claro el mensaje que deseaba transmitir que lo repitió hasta la saciedad: 'El presidente tiene todo mi apoyo para derrotar al terrorismo'. Para que se entendiera mejor su postura, añadió: 'No es hora de reproches ni de hablar de la credibilidad de Zapatero. Ahora toca actuar y la prioridad es la derrota de ETA. Ya habrá tiempo de pedir responsabilidades políticas'. Cuando en el deporte de la pesca se recoge tanto hilo de manera tan precipitada se corre el riesgo de perder el trofeo. Pero ayer, quizás, Rajoy no tenía margen para otra cosa: la ofensiva de ETA puede ser muy dura y si así fuera nadie le perdonaría que no se pusiera sin condiciones a disposición del Gobierno. 'Sabré estar a la altura de las circunstancias', le dijo a Zapatero.

Este giro conciliador del líder del PP, que vivirá nuevas fases, parte de su convicción 'de que la negociación con ETA se ha terminado'. Tanto énfasis hizo también en ello que cabe interpretar que si algún día llegara al Gobierno renunciaría a un final dialogado de la violencia. 'Gobierne quien gobierne', sentenció, 'nadie va a tener una concesión política por matar'. En la entrevista, obtuvo de Zapatero la promesa de mantener una comunicación fluida y bilateral, que se complementará con la información puntual que el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, trasladará al PP sobre el día a día de la lucha antiterrorista.

La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, retrasó su comparecencia ante los periodistas para dar la versión de la entrevista hasta que vio primero por televisión las explicaciones que ofreció Rajoy desde la sede de su partido. Era importante para el Gobierno observar el tono y el contenido del discurso del líder de la oposición. Su escucha produjo alivio en el presidente y en su equipo de confianza, conscientes de que el PP les ha dado una tregua cuando más la necesitan. 'æpermil;ste ha sido un primer paso para recuperar la confianza. No se trata tanto de lograr adhesiones inquebrantables, como de buscar un espacio de mínimos entre todas las fuerzas políticas', señaló la vicepresidenta.

Según la versión ofrecida por Fernández de la Vega, de este espacio de mínimos quedaron excluidas las discrepancias: Zapatero no ve margen para ilegalizar a Acción Nacionalista Vasca (0,43% de los votos y 439 concejales) ni tampoco parece dispuesto a devolver el favor al PP condicionando las coaliciones poselectorales en Navarra y en Álava, que quedarían al albur de lo que decidan las fuerzas políticas locales. Por otra parte, la recomposición del pacto antiterrorista deberá esperar.

En breve se constatará si la templanza con la que ayer Rajoy se comportó en La Moncloa sintoniza o no con el discurso de otros dirigentes de su partido. Tal fue el grado de cordialidad entre el líder del PP y Zapatero que, incluso, hablaron del futuro del Tratado europeo, tarea a la que el presidente iba a dedicar una densa agenda internacional antes de conocer el fin de la tregua.

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